Por: Rodrigo Pareja

Fracasó estruendosamente en Antioquia el “toconalva” – todos contra Alvaro – que se había constituido para evitar que el ex gerente del Instituto para el Desarrollo de Antioquia, Alvaro Vásquez Osorio, ganara la consulta para la escogencia de candidato único a la gobernación del departamento.

La singular gavilla fue aupada desde las páginas del otrora influyente periódico El Colombiano por el clan de los Valencia Cossio, empeñado en que su ex director Juan Gómez fuera a toda costa designado a dedo como el candidato único.

 

El consenso reclamado apenas era válido si mediante el se escogía al ex gobernador, ex alcalde, ex senador, ex ministro y ex diplomático, quien además era – entre todos los demás — excepto Váquez Osorio – el único capaz de reunir en torno suyo a los otros aspirantes, muchos de ellos inscritos con el sólo afán de hacer méritos ante el poderoso que fracasó en su intento de ser ungido.

La consulta conservadora no solo catapultó como ganador y candidato único a Vásquez Osorio, contra quien se desató la más vergonzosa campaña de difamación, sino que dejó otras importantes y contundentes conclusiones.

La primera de ella es la ratificación de que la vieja dirigencia política conservadora entró en decadencia absoluta y que el mando y comando de ese partido está ahora en manos de un matriarcado, pésele a quien le pese y duélale a quien le duela.

Liliana Rendón y Olga Suárez confirmaron por intermedio de sus dos candidatos – Alvaro Vásquez Osorio y César Eugenio Martínez, los guarismos que habían alcanzado en las pasadas elecciones donde ganaron su actual senaturía, no obstante una consulta torpedeada desde todos los frentes y entorpecida inclusive por aquellos que un día se inscribieron pero prefirieron marginarse a última hora de ella, desempeñando el vergonzoso papel que se les había asignado en el “toconalva”.

Segunda consecuencia es que hubo un quiebre generacional en los mandos del conservatismo antioqueño, y que en adelante no serán los Valencia Cossio, los Gómez Martínez y los Manuel Ramiros los encargados de enarbolar las banderas.

Algo parecido a lo que los perdedores y desplazados de hoy promovieron y protagonizaron hace algunos años – remember Jota Emilo Valderrama y su equipo – cuando ellos dejaron en el ostracismo los caciques de entonces, los Tusos Navarro, los José María Bernal y sus herederos.

Y una tercera conclusión es que los periódicos, por importantes que sean o se crean, no tienen la influencia de antes y los ciudadanos ya no comen cuento ni titulares, muchos de ellos con sesgo y malintencionados.