Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría
El pasado domingo se llevó a cabo la primera vuelta presidencial y como es de público conocimiento quienes disputarán la presidencia de la república en segunda vuelta serán los candidatos Iván Duque y Gustavo Petro. Como en todas las elecciones se habla de ganadores y de perdedores. Con relación a los primeros, pues obviamente están los candidatos que ganaron; la organización electoral también ganó, pues dió confiabilidad y ningún candidato cuestionó los resultados, y pueden destacarse también en este grupo a las firmas encuestadoras, que pese a que muy pocos les daban credibilidad, puesto que no solo en Colombia sino en el mundo entero la habían perdido, ya que no le apuntaron al plebiscito por la paz, como tampoco a la elección del presidente de los Estados Unidos y a la continuidad de Gran Bretaña en la Unión Europea. Casi todas, por no decir que todas, coincidieron en los pronósticos que hicieron con unas pequeñas diferencias entre unas y otras, tanto fue el acierto que en el orden en que mostraban las preferencias por los candidatos, en ese mismo orden quedaron los resultados de las elecciones del 27 de mayo: Iván Duque con la mayor intención de voto, seguido por Petro, Fajardo, Vargas Lleras y De Calle; en cuanto a los porcentajes para cada uno de ellos pudo haber existido alguna diferencia, lo cual es perfectamente entendible, pues dar en el blanco con toda precisión es esta materia no resulta fácil, sin duda le taparon la boca a muchos.
En cuanto a los segundos, esto es, los que no salieron bien librados, se encuentran los candidatos que no pasaron a la segunda vuelta, excepción hecha de Sergio Fajardo, en mi opinión es un ganador, haber sacado casi 4’600.000 votos no es poca cosa para un candidato que durante meses de campaña era desconocido en muchas regiones del país, que no tenía maquinaria y con una forma de hacer política distinta a como la hemos visto durante décadas. En las últimas semanas subió en intención de voto y me parece que los dos o tres últimos debates le favorecieron mucho, porque pudo convencer a muchos de que no estaba permeado por las clases políticas tradicionales que tan hartos nos tienen a millones de colombianos, de sus palabras se podía extraer que es un hombre bueno y con buenas intenciones, con propuestas realizables para cambiar este país. Ojalá no se retire de la política como lo anunció en la campaña, pues tiene mucho futuro y mucho que aportar.
Lo de Vargas Lleras da grima, 1’400.000 votos para un hombre de su talante y trayectoria es para no creer, sin lugar a dudas un hombre preparado y con un programa de gobierno ambicioso con propuestas muy atractivas, creo que le pasaron cuenta de cobro por haber estado al lado de Santos durante 7 años, más que por haberlo traicionado como dicen algunos en ciertos temas, por ejemplo en el de la paz; también lo identificaron como el típico político clientelista rodeado de caciques políticos inescrupulosos y corruptos, como el candidato de la maquinaria, que por tal se entiende el voto asociado a dinero, mejor dicho, en él concurrían todas las condiciones de lo que no se quería en el próximo presidente de Colombia. Subestimó todas estas cosas.
Humberto de la Calle fue dejado a su suerte por el partido que representaba, el liberal, hombre preparado, tal vez el más, pero creo que el haber liderado las negociaciones con la guerrilla lo enfrascó en el tema de la paz, que era de lo que más hablaba y cuando proponía otro discurso u otras ideas, éstas en algo se parecían a las defendidas por la guerrilla, lo que no le quedaba, pues siempre se presentó como un hombre de centro-izquierda. Lo permearon mucho las conversaciones con la guerrilla.
Por supuesto que Santos también perdió, ganaron los dos candidatos antigobiernistas, todo lo que se identificara con él perdió: Vargas Lleras, que se entendía el candidato del gobierno así no lo dijeran y Humberto de la Calle que como ningún otro defendía las conversaciones con la guerrilla y lo que con ella se pactó.
Como en ninguna otra elección presidencial el voto de opinión triunfó, la maquinaria y los que la representan salieron derrotados, muestra clara del hastío de la sociedad con ciertos dirigentes y sus malos hábitos para hacer política. Pueda ser, aunque es difícil, que en las elecciones regionales que se llevarán a cabo el año entrante los electores tengan la misma conciencia y la maquinaria corrupta y clientelista sea derrotada y sean líderes distintos los que gobiernen las regiones.