Diego Calle

Por: Diego Calle Pérez 

Hace algo más de 25 años, apareció en Francia la Historia de la Vida Privada, dirigida por Philippe Aries y Georges Duby. El éxito de esta obra fue inmediato y su influencia en los medios académicos universitarios ha sido indiscutible. Fidel Castro le gasto horas de su descanso nocturno en la lectura detallada. Podríamos decir que esa obra marcó una reorientación en los estudios históricos. Esta obra dio unidad a un conjunto de problemas y aportó una teoría a estudios que resultaban atractivos pero que sembraban dudas en los medios académicos más tradicionales.

El espíritu, los temas y la metodología que esta obra proponía pronto cruzaron el Atlántico y en los distintos países latinoamericanos fueron apareciendo artículos y tesis de grado que se inspiraban en ella. Como siempre cabe la pregunta, ¿qué poseen estos libros para que la gente acuda entusiasmada a su lectura? ¿Cuál es su diferencia frente a la mayoría de los libros de historia? En general podríamos decir que la materia que tratan, pero también los personajes que incorporan y la manera como los tratan. Como es el caso desde Roma y Grecia hasta la Edad Media y la historia contemporánea.

Evidentemente hay una inquietud con lo que nos es ocultado, con lo no dicho, con lo inconfesado. Pero los temas de la vida privada conforman una materia deleitosa, que solo si se la trata con rigor y altura intelectual contribuye al enriquecimiento de la cultura. Si no, se convierte en algo deleznable, anecdótico, suerte de pasatiempo para ruborizar pudorosas damas.

Atentos a los más firmes postulados de Aries y Duby se han propuesto alcanzar ese terreno que nos es más esquivo a los historiadores: los secretos, las pasiones, las emociones. La historia de la vida privada trata un hecho trascendente, la formación de la intimidad. Constituidas en los últimos doscientos años, la noción y la vivencia de la intimidad conforman uno de los elementos constitutivos de nuestras sociedades.

Lo íntimo, lo privado, es lo que callamos o resguardamos en nuestros domicilios, lo que no exponemos fácilmente a los demás. Pero lo privado no tiene una delimitación precisa. Cuántas formas de intervención ha tenido la comunidad en los asuntos privados. El derecho liberal elevó a la familia y la propiedad, es decir, al ámbito doméstico, al rango sagrado de lo privado.

Pero el dominio privado no es infranqueable, existe una permanente tentación de intervención sobre él. La historia de la vida privada, de alguna manera, no es otra cosa que el estudio histórico de la tensión entre lo público y lo privado. La historia de la vida privada es una ilusión. La historia es una ilusión como son los sueños de Macondo. Es el reto asumido por este grupo de historiadores por iluminar algunas de las áreas más oscuras de la historia. Seguramente, nos falta escribir la historia de la vida privada de Antioquia. Un reto para los nuevos historiadores del siglo XXI, que se forman en las aulas de las universidades públicas de Colombia.