Por: Rodrigo Pareja

Uno de los lemas adoptados por la administración del alcalde Alonso Salazar Jaramillo, para destacar las acciones que se adelantan en el vital campo de la infraestructura, es “Medellín obra con amor”,  entre otras cosas, corto, diciente y bien logrado.

Pero en momentos en que el alcalde busca una recuperación de su imagen y de su gestión, a veces atacados con acervía inspirada por la peor politiquería, sería bueno que se revisara si en verdad las obras que se adelantan van acompañadas de ese amor que preconiza el slogan.

Al alcalde Alonso Salazar habría que alertarlo en este momento con el dicho aquel que reza… con amigos así para qué enemigos.

Con todo respeto esta referencia va dirigida al Secretario de Obras Públicas, Mauricio Valencia, quien con ciertas determinaciones adoptadas por su despacho parece más bien convertido en el principal enemigo de cuanto intenta hacer el jefe de la administración.

Solamente a Valencia se le ocurre repavimentar una vía de la importancia de la calle Colombia en pleno día, con la consiguiente e interminable congestión vehicular de todo tipo: buses, busetas, taxis, particulares y hasta motos, y eso que éstas se meten por cualquier recoveco.

Lo anterior es con pleno conocimiento de causa: el jueves, para ir en un taxi desde la carrera 77 B – frente a la IV Brigada – hasta la carrera 70, sentido occidente-oriente, el automotor, a las 9 de la mañana, demoró 20 minutos.

Y seguramente en todos los vehículos que padecieron semejante trastorno, conductor y pasajeros no sabían quien fue el genio que dispuso repavimentar a semejantes horas en día laboral. Pero todos sí sabían quien es el alcalde de Medellín y las maldiciones y madrazos, para decirlo coloquialmente, cayeron sobre el doctor Alonso Salazar. Y seguirán recayendo en él, por culpa del secretario de obras o de los contratistas que adelantan ese trabajo.

En Atlanta, Estados Unidos, quien esto escribe, observó como cuadrillas de trabajadores repavimentaban en una noche cinco, seis o siete kilómetros de una autopista, sin que ningún ciudadano se atreviera a despotricar de las autoridades. Y no es que allá sí exista una “inteligencia superior” como la que nos han querido vender aquí, sino que hay un poco más de sentido común.

Por lo comentarios que se escuchan, esa manera de adelantar ciertas obras públicas parece ser la constante actualmente en la administración municipal. Para enmendar tan craso error, bastaría ordenar que los trabajos se hagan en horas de la noche. Qué valen más por ser en horas nocturnas ? Pues que se pague lo que sea, porque no vale la pena ahorrar unos míseros pesos, a cambio de la rabia que experimenta un ciudadano que tenga que padecer semejantes situaciones. Y del consiguiente malestar contra un alcalde que está trabajando de buena fé, con honestidad y con ganas para recuperar la ciudad en todos los órdenes, pero a quien su propio Secretario de Obras convierte porque sí, en blanco de todas las críticas y los justificados madrazos.