Por: Jaime Jaramillo Panesso

Juana, hija de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, nace el 1479. Juana pudo ser monja, pero sus padres decidieron cercar a su enemigo el reino de Francia. Así que a los 16 años la casaron con Felipe El Hermoso, hijo de Maximiliano I y María de Borgoña.- Felipe tenía números títulos nobiliarios y gozaba de los favores de numerosas damas de la corte. Maximiliano concertó un doble matrimonio con los Reyes Católicos al casar a dos de sus hijos, Felipe y Margarita con Juana y Juan respectivamente.

Juana tuvo 7 hijos con Felipe que por su pinta y su aristocracia despertó en Juana, su esposa, una cascada de celos que la enfermó de por vida. Tomaba del pelo a presumibles amantes de Felipe y les cortaba el cabello. Debido a las muertes sucesivas de sus parientes, automáticamente Juana se convierte en reina de Castilla y son ungidos como Príncipes de Asturias, Felipe y Juana. Sus celos son tan perturbadores que cuando Felipe sale para Flandes, su padre de ella, Fernando de Aragón, hace uso de la cláusula de Regencia dictada por la reina Isabel.

 

En 1507 muere Felipe El Hermoso y es sepultado en Burgos, pero la reina Juana, a quien apodan La Loca, lo lleva a Miraflores. Constantemente hace abrir el ataúd para acariciar el cadáver. Luego lo traslada al panteón real de Granada. Juana vestía de negro hasta sus pies. En sus desplazamientos con el cadáver de Felipe realiza una gira demencial. Una turba de clérigos camina al lado del carruaje de cuatro caballos y cantan el oficio de difuntos. Entran a varias poblaciones como Torquemada y Hornillas de Cerrato donde permanece 4 meses. Debido a la enorme cantidad de velas se incendian las iglesias. Se  niega a entrar a Burgos y se queda un año en Arcos al pie del ataúd. En 1509 llega a Tordesillas y lo deposita en el convento de Santa Cecilia. Entonces su hijo, Carlos V, en 1525, ordena el último viaje para depositarlo en la capilla real de Granada. Juana La Loca es recluida por más de medio siglo y al morir será sepultada al lado de Felipe El Hermoso.

Hace ya muchos meses, en el reino vecino de Venezuela, el monarca constitucional se encuentra delicado de salud. Nadie, con criterio científico, ha podido dar fe de  su vida y de sus achaques. Una selecta casta del Partido Socialista de Venezuela viajaba a Cuba con regularidad y frecuencia sacramental. Luego han trasladado el cuerpo del ungido a un hospital de Caracas. Juana La Loca al menos estaba segura de que era un cadáver el que ella cuidaba y amaba.

Las últimas noticias es que ese cuerpo ha salido acompañado a una isla. El “pueblo” reza por su líder, pero no se sabe si está vivo o embalsamado. Lo que es cierto es que recorre de país en país, de lugar en lugar, de misterio en misterio. Mientras tanto Juana bolivariana prendía velas cada mañana. Hora ya no las prende porque están agotadas en el mercado.