Ramón elejalde

ramone@une.net.co 

 

En el pasado Consejo Comunitario celebrado en la ciudad de Envigado, el presidente de la República dijo que no quería más datos maquillados sobre muertes violentas, como había sucedido en Medellín en días pasados.  

 

No quedó claro para quien fue ese indirectazo y si el Presidente simplemente estaba en la misma honda de los parlamentarios Jorge Vélez y Augusto Posada. Es necesario precisar que las instituciones encargadas de llevar esa terrible contabilidad son la Policía Nacional y Medicina Legal, dependencia adscrita a la Fiscalía General de la Nación. De entrada tiene uno que descartar que los parlamentarios citados o el doctor Álvaro Uribe puedan estar insinuando que el maquillaje de datos lo hizo la administración de Sergio Fajardo, pues queda claro que la Alcaldía no tiene esas funciones. Durante el gobierno municipal anterior, Sergio Fajardo respetó las estadísticas que le entregó la Policía, una institución rígidamente piramidal, donde sus cabezas son el presidente de la República y su ministro de la Defensa. Si en verdad existió retoque sobre el número de muertes violentas en Medellín o en el Valle de Aburrá a los primeros que el Presidente debe increparles es a sus ministros del ramo durante los cuatro años anteriores, estos fueron los doctores Martha Lucía Ramírez, hoy senadora afecta al Gobierno; Alberto Uribe, cercano al Presidente y paisa para más señas; Camilo Ospina, quien representa al Gobierno ante la Organización de Estados Americanos y Juan Manuel Santos, hoy en el mismo cargo. O reclamarles a quienes ocuparon el cargo de comandantes de la Policía Metropolitana donde en ese lapso del supuesto maquillaje estuvieron el general Carrillo, actual funcionario de la Embajada en Panamá; el general Páez Barón, hoy ascendido a un cargo en Bogotá; el general Pedreros, cuyo final todos conocemos y el general García Cáceres, actualmente al frente del cargo. Todos, con la excepción señalada, oficiales de reconocida reputación.  Aunque las brigadas en Antioquia no llevan ese tipo de estadísticas, al frente de ellas estuvieron, entre otros, militares como los generales Montoya, González (hoy flamante comandante del ejército), Rodríguez y Pico. Es decir, por donde se mire, todos funcionarios u oficiales de la más absoluta confianza del presidente Uribe Vélez. 

 

La verdad es que los datos no coinciden y no van a coincidir jamás porque la Policía, como lo manifestó esta semana el alcalde Alonso Salazar, maneja unas variables, y Medicina Legal, otras. Esta última trabaja con certificados de defunción y la policía no. Muchos heridos de hoy, que se mueren mañana en un hospital, no aparecen como muertes violentas para la Policía. Igualmente ha existido una permanente discusión entre las distintas autoridades con la Policía Nacional pues ésta considera que los dados de baja en combates con grupos ilegales, no son homicidios.  

 

El gobernador Aníbal Gaviria jamás utilizó en Antioquia los datos de la policía y lo hizo con respeto porque discrepaba de la metodología empleada. Durante su administración  le pidió al Servicio Seccional de Salud que manejara las propias estadísticas del Departamento y para eso se creó el Observatorio de Vida, hoy en receso en la gobernación de Ramos Botero. 

 

Así como Fajardo aceptó siempre las estadísticas suministradas por la Policía, de igual manera lo hizo el Gobierno nacional, seguramente para beneficiarse ambos, de esa reducción mentirosa que ellas entrañan y así magnificar los resultados de la política de Seguridad Democrática.  Una verdad que no se ha dicho es que Alonso Salazar no quiso acudir a ese tipo de datos y eso llevó a que las muertes violentas en la ciudad de Medellín se incrementaran abruptamente. Ahora, la verdad es que las muertes violentas en la ciudad se han incrementado desde el año de 2006.

 

 Lo que debería estar haciendo el presidente Uribe Vélez, en vez de decir vainazos a las autoridades locales y regionales, es volver transparentes, por acto administrativo, que además unifique la metodología, la información sobre muertes violentas en Colombia. Como vemos el Presidente estaba en Envigado buscando el ahogado río arriba. 

 

Notícula. Muy a mi pesar, todos los días va teniendo más razón el señor Vivanco. Las decisiones del Gobierno con el llamamiento a calificar servicios de varios altos oficiales y el cambio de discurso del mismo Gobierno en los últimos quince días, son prueba fehaciente de mi afirmación. ¿Será esto lo que llaman el efecto Obama?