Es una paradoja, la Unión Matoso, el pueblo más miserable de Colombia, está a los pies de Cerro Matoso, la mina de níquel a cielo abierto más grande del continente y la cuarta en el mundo”:

Por: Eugenio Prieto

El próximo mes de septiembre vencen los títulos No. 866 de 1963 y 1727 de 1970 de la concesión minera con la compañía Cerro Matoso S.A. -CMSA-, para la explotación de yacimiento de níquel en el departamento de Córdoba.

Hace un año, el 23 de agosto de 2010, la Contraloría General de la República -CGR- dirigió al Ministerio de Minas y Energía e Ingeominas, un Control de Advertencia, “…relacionado al proceso de negociación contractual solicitado por CMSA, a efecto de llegar a un acuerdo con el Estado colombiano al momento de concluir el periodo de explotación definido legal y contractualmente…”.

 

La semana anterior, el 1 de agosto, la -CGR-, expidió un nuevo documento técnico en el que hace referencia al alcance de ese Control de Advertencia con respecto a la responsabilidad del poder ejecutivo de tutelar “…de manera adecuada los intereses públicos de la Nación, particularmente lo concerniente al monto de las regalías, a la devolución de las inversiones y el incremento de las compensaciones (…)  por tal razón, es de fundamental importancia que se tengan en cuenta los estudios, simulaciones y escenarios de evaluación técnica, ambiental, económica y social, que permitan contar al Estado con los suficientes elementos racionales de juicio que soporten ampliamente las decisiones”.

Es importante resaltar que en el país, existen serios cuestionamientos para algunas de estas empresas extractoras, por no aportar lo realmente justo para mitigar las problemáticas generadas por su actividad explotadora. La DIAN ha realizado interpretaciones jurisprudenciales, según las cuales, “las empresas pueden contabilizar las regalías como un costo de operación; por consiguiente, a la hora de pagar el impuesto de renta, les baja la obligación.” Se ha demostrado, que por esa vía de deducción, subsectores como el del carbón redujeron su carga tributaria de 7,8 % en el 2004 a 4 % en el 2010, generando un impacto económico que en el 2012 es de 1,9 billones de pesos, y que entre 2005 y 2010 por esa significó un acumulado de pérdidas  de 8,8 billones de pesos.

 

En este debate, entre muchas razones y ante las diferentes posturas del Gobierno y otros actores políticos, económicos y sociales, bien vale la pena destacar la pertinente información que varios medios de comunicación como la Revista Semana y el periódico El Espectador, han divulgado en los últimos días, sobre el crudo contraste de los recursos económicos generados en tres décadas de explotación de la mina de níquel por parte de Cerro Matoso -alrededor de US $ 11.000 millones- y las extrañas enfermedades, pobreza y miseria de los habitantes de los pueblos que rodean la mina.

“Es una paradoja, la Unión Matoso, el pueblo más miserable de Colombia, está a los pies de Cerro Matoso, la mina de níquel a cielo abierto más grande del continente y la cuarta en el mundo”. Según el informe en la Unión Matoso no hay puesto de salud, no hay alcantarillado y el agua no es potable. Este problema desemboca en otras problemáticas de la región como corrupción de la institucionalidad pública y en la presencia de grupos paramilitares, narcotraficantes y bandas criminales.

Desde el Partido Liberal apoyamos la reforma del Sistema de Regalías porque creemos en la redistribución equitativa de la riqueza, pero somos conscientes que nos quedó haciendo falta una discusión para lograr mayor re-inversión ambiental y social. “…no se trata de desestimular el sector minero, sino de hacer más equitativo el sistema tributario” ya que mientras un asalariado paga 5,6%, las mineras sólo el 4%”.

Es ineludible y urgente el replanteamiento del modelo, en este tipo de deducciones y en el aumento del aporte que realizan estas empresas al Estado a través de medidas con criterio técnico y social que sean  aplicables a los contratos futuros que se establezcan con las empresas mineras, sin dejar de lado la posibilidad de renegociar los contratos ya existentes.