Seguramente a ustedes les ha pasado que se niegan a entender cómo una persona cercana -un familiar, un amigo o un compañero de trabajo- o lejana -un usuario de redes sociales o de WhatsApp, un político o, incluso, un periodista-, siendo profesional e inteligente, se cierra a la banda y se niega a reconocer una verdad cargada de argumentos…

Traigo esta reflexión ahora que empieza el año preelectoral, pues en marzo de 2026 habrá elecciones legislativas y en mayo de 2026 habrá elecciones presidenciales. La intención del comentario es que no nos dejemos meter en el saco de la “estupidez colectiva”. Y aunque suene pretensioso, que los que están haciendo parte de esos grupos de extrema verticalidad, decidan salir y darle la oportunidad a su razón de guiarlos en sus acciones.

La de la “estupidez colectiva” es una teoría de Dietrich Bonhoeffer -un teólogo alemán convertido en mártir por el nazismo, al rechazar sus políticas irracionales y criminales-. Él decía que el problema de la “estupidez” no es sólo una deficiencia intelectual, sino una cuestión moral y sociológica. Aseguraba que una persona inteligente puede volverse estúpida en contextos de dominación ideológica o fanatismo grupal, perdiendo su capacidad crítica y volviéndose impermeable a los hechos objetivos y a la razón.

Este fenómeno es evidente en el fanatismo político, tanto de derecha como de izquierda, en el que ciertos seguidores no sólo apoyan a su líder, sino que lo elevan a una figura incuestionable, pese a sus acciones contradictorias y a sus errores.

El “estúpido colectivo” no se guía por el análisis crítico, sino por una lealtad emocional.

Bonhoeffer advertía que estas personas no responden a la lógica sino a una narrativa de poder. Por eso es que las discusiones políticas se vuelven diálogos de sordos, en los que cada bando refuerza sus creencias con consignas, con memes y con los mismos mensajes que comparten en redes y en WhatsApp o les repiten algunos periodistas y opinadores que les endulzan el oído con lo que quieren escuchar.

Esos “estúpidos colectivos” son los que facilitan el autoritarismo de derecha y de izquierda y permiten la manipulación de líderes sin escrúpulos.

Éste período preelectoral debería ser el piloto que nos permita sacudirnos la “estupidez colectiva”, haciendo uso del pensamiento crítico, para que nos quitemos la venda y enfrentemos a los políticos y sus equipos manipuladores, desinformadores, infames, mentirosos, inmorales y antiéticos.