Por: Gustavo Salazar Pineda
En 2017 empecé mis columnas advirtiendo, o mejor, insistiendo en la locura en la que se encuentra el planeta a causa del uso desmedido de las llamadas redes sociales. Como una pandemia que afecta la mente de millones de personas, califiqué la adicción a las mismas. 2018 comienza con una advertencia de la Organización Mundial de la Salud, ente universal que va a incluir la adicción a los videojuegos como una enfermedad que trastorna la psiquis, la mente y el comportamiento de quienes abusan de las tecnologías virtual y digital modernas. Un S. O. S. de la O. M. S. a los adultos en el mundo que vienen haciendo un desmedido uso de las redes sociales dando un mal ejemplo a los niños y adolescentes, actitud intergeneracional que tiene enganchados a millones de mujeres y hombres a sus móviles, computadores, tabletas y demás aparatos electrónicos, que además de generar ansiedad y depresión, impiden que sus usuarios lleven una vida armoniosa, plena y placentera. La falta de control sobre la frecuencia e intensidad en el manejo de las redes afecta a una elevada tasa de ciberadictos en el planeta. Además, los grupos de WhatsApp se han convertido en una pesadilla y en un problema mayúsculo por el manejo desbordado del sistema generando conflictos sociales, rupturas de relaciones de pareja y otros fenómenos negativos de interactividad personal y social.
Las campañas electorales se convirtieron en guerras personalistas y en ofensas e insultos recíprocos de los candidatos; los colegios, con sus alumnos y padres de familia, han hecho de esta asombrosa y prodigiosa tecnología un escenario propicio para el llamado matoneo y ni qué decir del manejo de las relaciones de miles de parejas para destruir un nexo afectivo por un mensaje de texto o una pose con un tercero. No cesará este columnista de insistir en la parodia o farsa de vida de quienes creyéndose superiores y únicos se han desbocado exhibiendo egos supremos, publicando en estas redes aspectos y episodios de la vida de los que se creen estrellas posando ante las cámaras digitales e ingenuamente se auto engañan creyendo que sus miles de seguidores son sus admiradores reales, y peor aún, sus amigos. Fundamentalmente la alta tecnología de los computadores, celulares y tabletas provienen de los Estados Unidos, ya que en California, Seattle y otros estados tiene sus principales centros Apple. Los chinos han sido la competencia con la poderosa empresa Huawei, que ha tenido una gran fuerza en el mercado de la moderna tecnología digital. Irónica y paradójicamente las dos naciones que hoy son la mayor fuerza económica en el mundo, han producido al mismo tiempo los sabios y genios de la ciencia y la tecnología, pero también los más grandes pensadores del difícil arte del buen vivir. Ambas potencias, como es lógico, aprendieron de las insignes civilizaciones egipcia y griega. En la vieja China, emperadores, filósofos y artistas, pregonaron la vida sencilla, simple, aldeana, exenta del vértigo de la velocidad de la vida moderna. Hoy, la nueva China pos maoísta y excomunista, olvidó las enseñanzas de sus antepasados y se convirtió en feroz capitalista mundial. También la unión americana de hace cerca de dos siglos tenía entre los suyos a excelsos filósofos, sabios, pensadores y poetas pregoneros de la vida sosegada y simple, muy distintos a los ricos exhibicionistas y deshumanizados, entre los cuales su principal representante hoy es el primer mandatario, Donald Trump.
Emperadores de las viejas dinastías chinas jamás imaginaron que más de dos mil años después, su bella, campesina y tranquila tierra se convertiría en el asiento de centenares de negociantes y mercaderes ávidos de dinero y que colonizarían al mundo para enriquecerse y competirle a su rival de siempre, la potencia gringa. Igualmente, hombres epónimos y de un humanismo excelso como Walt Whitman, Ralph Emerson y Henry David Thoreau, entre los principales, nunca pensaron que sus grandes ideas en favor de una vida bienaventurada y feliz, aldeana, frugal y carente de lujos exóticos, desaparecieron y en su lugar se impusieron las de los ricos de nuevo cuño, vastos, materialistas, egoístas y mezquinos que enfrentados a los chinos pretenden apoderarse del mundo y sumir en la pobreza y el hambre a la mayor parte del mundo.
Emerson y Thoreau sentaron las bases de una vida feliz y simple hace más de 150 años. Amor al conocimiento, a la naturaleza como máxima expresión de Dios, la vida solariega, la confianza en uno mismo (conocerse y amarse), la contemplación de todo lo que existe como fuente de gozo y disfrute de la vida son en esencia los pilares del bienestar y la felicidad del ser humano. Principalmente el último de los pensadores, concibió la palabra eupéptica o generante del bienestar y felicidad, que combate y aleja la maldad y el dolor, factores que arruinan el buen vivir.