Luis Bernardo Vélez

“Te prometo que haré lo mejor para tí y que nadie te explote y te haga infeliz […]”

Fragmento canción Te prometo cantautor peruano Willy Noriega

A Johnny, un niño de 13 años que vive en el barrio La Francia con su madre y sus otros 5 hermanos, lo vemos  a diario en los buses, en los semáforos, vendiendo rosas, dulces, cantando, haciendo maromas por unas cuantas monedas.  Debido a esto Johnny tuvo que dejar la escuela hace 4 años, no tiene tiempo para jugar y hoy se asume como el proveedor económico y jefe de hogar, con las responsabilidades que esto implica.

  

Si pensamos que en Latinoamérica y el caribe hay aproximadamente 17.4 millones de niños y niñas que trabajan, (16% de los niños y niñas de la región) o que en Colombia cerca de 2.5 millones de la población entre los 5 y 17  (25%) entendemos la magnitud de la situación, que esto suceda no responde a que todos los padres sean irresponsables o que deliberadamente pongan sus hijos e hijas en el mercado laboral, sino que muchos se ven forzados a recibir ayuda, además porque enfrentan el imaginario que lamentablemente persiste en muchos sectores de la sociedad cuando los niños se consideran mas “berraquitos” porque trabajan , o tambien aprovechan la solidaridad social, para despertar lastima, y avivar la caridad; por dar un ejemplo en el comercio informal… venden más.  

Y no es que el mensaje sea ¡que trabajen! sino que comprendamos que las soluciones al trabajo infantil dependen de muchas variables que van en el sentido de la búsqueda de la equidad y mayores oportunidades para ellos y sus familias, pues para nadie es un secreto que la principal causa del trabajo infantil es la falta de empleo y la reducción de los ingresos que vive hoy una parte importante de la población.  Muchos  dirán que la condición ideal fuera que no lo hicieran, pero también es una realidad que en un contexto de pobreza y salarios precarios es difícil que los niños y niñas no entren en la dinámica laboral.

Esta discusión a estado en la arena: la misma UNICEF dice que  los niños no pueden trabajar, sin embargo, anotan que hay ciertas actividades que pueden realizar para contribuir a los ingresos familiares, siempre y cuando dichos trabajos no constituyan un atentado contra sus derechos e integridad.

Es importante recordar, – y si hasta hoy no lo sabia le queda como tarea comunicar- que si alguna empresa o persona tienen las condiciones para que un niño realice una actividad laboral, debe garantizar que se protejan a los niños y niñas que ante la adversidad se vuelcan a trabajar: que permanezcan escolarizados y trabajen una jornada justa para sus edades, es decir que tengan un trabajo decente en donde puedan mantener su esencia y su derecho a jugar o a soñar.  

De hecho no es posible que permanezcamos  indiferentes frente a la situación de los niños y niñas trabajadores, por eso el Estado debe garantizar Derechos a la población; y la ciudadanía debe asumir una actitud de rechazo y denuncia ante cualquier situación que impida conseguir un pleno desarrollo social y psicológico de los niños y niñas en cualquier territorio del mundo.