Luis Bernardo Vélez

En esta ciudad como en muchas otras no es raro ver que algunas personas de la sociedad,   se refieran a ellos como “indigentes” e incluso se atreven a llamarlos “desechables”,  calificativo que los anula como seres humanos y desconoce  que son ciudadanos y ciudadanas y además que han llegado a la calle por múltiples circunstancias; para otros es un asunto que poco interesa y sólo se percata de él cuando de manera directa se topa con ellos; aunque claro está, existen quienes de manera respetuosa se preocupan del tema como un asunto de ciudad al cual cada ciudadano y ciudadana debe aportar.  

A donde más puede llegar la población que se debate entre la miseria, la   exclusión, el desafecto y la falta de oportunidades? o aquella que teniendo las oportunidades, llego a un estado de degradación tal que nada les importa. La calle es el espacio propicio para la sobrevivencia.

 

Es preciso asumir el fenómeno de población en situación de calle, como un asunto complejo que requiere del compromiso y el reto de avanzar hacia una ciudad y una sociedad moderna y humana, donde todos y todas tengamos cabida. Soy enfático en decir que no es un tema para esconder, no es una población que eliminar como pretenden algunos actores ilegales que se atribuyen el derecho de realizar “limpieza social” haciendo de esta población objeto de amenazas perpetuas.  

 

Ni desde actos extremos, ni desde los actos mínimos debemos justificar la intolerancia y la falta de respeto hacia otro ser humano, desde el Estado  se debe garantizar la vida digna para toda la población y toda es toda, y es de anotar que  no solo es la comunidad la que falta acercarse a esta realidad, también es fundamental que los directivos de la administración municipal salgan a la calle, especialmente en la noche para que se hagan una idea de la dimensión de estos fenómenos, de lo contrario su intervención es a espaldas de la realidad; y por ende los únicos que terminan conociendo de que se trata estas situaciones son los interventores y los operadores de los programas. 

 

Si es un problema de desinformación, de indiferencia o de intolerancia , hay que combatirlo; la sociedad y desafortunadamente también en ocasiones el Estado equipara la situación de calle con delincuencia; desconociendo la Sentencia, C-040 de la Corte Constitucional que surge precisamente para contrarrestar que las autoridades sancionen a un individuo que no ha afectado derechos de terceros, únicamente porque no acepta o no puede seguir los ideales coactivamente establecidos por el Estado, con lo cual se vulnera la autonomía, que es la facultad de cada persona de darse sus propias normas.

 

Esta es una realidad que no se debe esconder ni maquillar,  ni en tiempos de  convención del BID, ni de juegos ODESUR, ni de nada; éste es un problema mundial, y en ningún país del mundo se ha dicho o aplicado formulas para superar esta situación, por ahora lo que podemos hacer es respetar y comprender que todas las personas  tienen derechos, independientemente  de su condición y/o opción de vida.