Margarita María Restrepo

Por: Margarita María Restrepo

Acaba de cumplirse la décima edición del Hay Festival en la ciudad de Cartagena de Indias. Desde sus inicios, este evento cultural se ha consolidado como un referente de Iberoamérica al que concurren artistas, filósofos, pensadores, generadores de opinión que nutren a los participantes con sus ideas y puntos de vista sobre las diferentes áreas de la cultura universal.

El Hay Festival era un verdadero oasis que engalanaba y llenaba de orgullo a Colombia. Hablo en pasado porque lo que vimos el pasado fin de semana en Cartagena controvierte de manera agresiva la naturaleza del festival.

Resulta lamentable que ese escenario haya sido tomado por la voracidad propagandística del Gobierno que, sabiendo que entre el 29 y 31 de enero la capital bolivarense estaría colmada de importantes visitantes extranjeros, no tuvo ningún reparo en politizar el evento, poniendo a sus voceros a hablar bellezas del proceso de paz.

Si, en efecto, la administración Santos quería estimular una reflexión profunda sobre la paz, ¿por qué los organizadores del festival no organizaron una charla en la que hubiera representación de todas las vertientes que sobre esa materia existen y se limitaron a abrir los micrófonos para que el negociador en jefe, Humberto De La Calle le diera rienda suelta a su discurso?

De La Calle estuvo acompañado por el comisionado de paz Sergio Jaramillo quien hizo énfasis en los beneficios que el Gobierno se imagina traerá la firma de un acuerdo de paz con las Farc. Ni una palabra sobre el dolor de las víctimas, ni del reclutamiento forzado de menores; mucho menos mención alguna sobre la tragedia que padecen aquellas niñas que, luego de ser violadas, son obligadas a abortar. Se dirá que, precisamente, el proceso de paz busca ponerle fin a esas prácticas, lo cual es perfectamente cierto. Pero, ¿dónde queda la reparación a las víctimas o el castigo a quienes han cometido las peores vejaciones?

No estoy de acuerdo con que un evento que para muchos ciudadanos es un solaz de tranquilidad y una oportunidad para escuchar exposiciones sobre las diferentes áreas del universo cultural, se haya convertido en un escenario de proselitismo por la paz a favor del Gobierno. Y más lamentable aún que no se les haya mostrado a los participantes los puntos de vista de aquellos que tienen una impresión que disiente de la del Gobierno.

En la paz y por la paz no puede imponerse el “todo se vale”. El Gobierno debe dejar de abusar de los escenarios que nada tienen que ver con las controversias políticas internas. De hacer carrera esta estrategia abusiva del Ejecutivo, en el próximo Hay Festival estarán discutiendo, frente a los participantes, sobre las bondades de una reforma tributaria.

Defendamos entonces la naturaleza del Hay Festival y no permitamos que deje de ser lo que es. Exijamos que, en adelante, no sea utilizado como vitrina política del Gobierno. Que el presidente Santos entienda que la cultura está por encima de las coyunturas y de las diferencias doctrinarias.