La grave crisis causada por el coronavirus, ha afectado a todos los sectores de la economía nacional. Difícilmente existe alguna profesión u oficio que no se esté viendo gravemente afectada por la parálisis generalizada que se registra en nuestro país.
Esta pandemia, que ha congelado a la economía, ha estimulado a muchos profesionales para que, apoyados por las tecnologías de la información, desarrollen parcialmente sus actividades. Gracias al teletrabajo, comerciantes, periodistas, abogados, gerentes de compañías y algunos médicos, por citar unos pocos ejemplos, han podido continuar con sus labores.
Pero los odontólogos necesariamente se han visto forzados a suspender sus actividades. El motivo es evidente.
Las cifras son angustiantes. De acuerdo con el Registro Especial de Prestadores del ministerio de Salud y Protección Social, en nuestro país hay poco más de 38 mil odontólogos y todos se encuentran cesantes en estos momentos.
Es indiscutible que, con o sin cuarentena o confinamiento voluntario, los profesionales de la odontología no podrán atender pacientes en mucho tiempo, pues el contacto de ellos con las secreciones bucales de sus pacientes, los pone en un delicado estado de vulnerabilidad, habida cuenta de que la transmisión del coronavirus se produce, precisamente a través de la saliva.
Soy consciente de que las arcas públicas están en sus mínimos y que los escasos recursos deben priorizarse para atender a los sectores más vulnerables que se han visto afectados por la paralización del país.
No obstante, considero importante que el ministerio de Salud le dé una mirada detenida a la tragedia que están viviendo los odontólogos, con el propósito de identificar un mecanismo para paliar los efectos de la misma.
El presidente Duque tiene conocimiento de esta situación, pues las agremiaciones de odontólogos le remitieron una carta en la que narran su difícil situación. Creo que entre todos, debemos mirar las alternativas que sean viables para efectos de diseñar un plan para evitar una situación de mayor impacto.
Una de las soluciones debe partir por la de incluir al coronavirus como un riesgo profesional, para efectos de que las Administradoras de Riesgos Laborales –ARL- paguen la totalidad de los gastos que implique un contagio. Así mismo, que se garantice la respectiva indemnización en caso de que hubiere secuelas permanentes.
En estos tiempos de dificultad, no podemos abandonar a ningún colombiano. La crisis económica nos afecta a todos por igual y en la búsqueda de soluciones y alivios, no podemos dejar por fuera a un sector de la salud tan importante como los odontólogos. Pensemos en ellos, en sus auxiliares, pero también en todos nosotros, porque los profesionales de la salud oral son esenciales para la sociedad en general.