Por: Margarita Restrepo
No es la primera vez que el jefe de la extrema izquierda es pescado por fuera del país. Los parlamentarios no estamos impedidos para viajar al exterior. Podemos hacerlo, como cualquier otro colombiano, eso sí, haciendo el previo aviso ante nuestro empleador, es decir el congreso de la República.
El año pasado, cuando estalló la crisis de la pandemia, y los colombianos fuimos conducidos al confinamiento para evitar que el virus se expandiera indiscriminadamente, silenciosa y taimadamente, Gustavo Petro salió del país con destino a Cuba.
Cuando fue descubierto, salió con la historia de que estaba en la isla sometida al régimen castrista con el propósito de tratarse un tumor cancerígeno.
La excusa despertó la solidaridad de todos. Sus amigos y sus opositores unimos nuestras voces para hacer votos por su pronta recuperación.
Uno de sus compañeros políticos, el poco culto Gustavo Bolívar se convirtió en una suerte de portavoz del petrismo, encargándose de mantener informada a la opinión pública sobre los avaneces de la enfermedad del jefe de la ‘Colombia Humana’.
Muchos quedamos estupefactos cuando se nos dijo que, luego de un “legrado” -práctica realizada por los ginecólogos en el útero de las mujeres- el cáncer había sido milagrosamente erradicado…
Llegó diciembre y con la finalización de las sesiones ordinarias del Congreso, el senador Petro volvió a salir de Colombia, esta vez hacia Europa. De nuevo: en ese viaje no hay nada de malo. Igual, nadie se atreverá a preguntarle cómo pudo sufragar su estadía en el viejo continente durante más de 3 meses, dado que él tiene su salario embargado y debe miles de millones de pesos por cuenta de las multas que le fueron impuestas precisamente por los malos manejos de su administración a las finanzas bogotanas.
Enseña la sabiduría popular que no se le pone misterio a lo que no tiene misterio. Petro, por si mismo, se encargó de sembrar dudas respecto de su estadía en Europa. A comienzos de año, en una entrevista con ‘Blu Radio’ aseguró que ya estaba en Colombia, cuando se encontraba en el norte de Italia, muy cerca de Suiza, donde supuestamente se encuentra su amigo y prófugo de la justicia Juan Carlos Montes -la persona que realizó la grabación de las famosas bolsas que Petro llenó con fajos de dinero-.
Hace un par de semanas, volvió a esconder su presencia en Europa cuando hizo la entrevista con la revista “Semana’. En las redes sociales trascendió que Petro dijo que estaba en la sabana de Bogotá.
¿Para qué mentir? ¿Cuál es el interés de Petro por mantener oculto su viaje a Europa? A nadie le importa los lugares que él frecuente o no frecuente. Al país le tiene sin cuidado el destino que escoja para disfrutar de sus vacaciones.
Seguramente, la motivación para mentir era otra: evitar que sus seguidores se enteraran que quien se presenta como el redentor de los pobres y de los menos favorecidos puede darse un lujo que está reservado para los más ricos del planeta: pasar una larguísima temporada en las ciudades más exclusivas de Europa.
De nuevo, los asuntos de la salud fueron utilizados para desviar la atención. Dado que el “cáncer” fue mágicamente superado, entonces se acudió al COVID-19. En menos de 24 horas se ofrecieron dos informaciones. La primera, que Petro estaba contagiado y se encontraba en un hospital de Italia. La segunda, que la enfermedad había remitido y que ya había sido dado de alta.
Habrá que creerle. Y solo nos resta esperar cuál será la novedad médica que surja con ocasión del próximo viaje que haga el senador que con tanto misterio les pone a sus salidas al exterior.