Gabriel Zapata Correa

En momentos en los cuales la Economía Colombiana se muestra resentida, debilitada, con niveles preocupantes de desempleo, con un sector vital de la economía en desplome como es el constructor; vuelven a tomar fuerza iniciativas que ayuden a aliviar en parte la crisis de los colombianos. Una de estas propuestas tiene que ver con la eliminación del 4 x 1000, el impuesto que se creo en principio en forma transitoria a finales de la década pasada con el objetivo de ayudar a los damnificados de Armenia, pero que terminó convirtiéndose en una carga impositiva permanente. Primero fue el dos por mil, pero los resultados fueron tan efectivos que su aplicación se extendió en el tiempo, pasando al tres por mil y luego al cuatro por mil.

Ya el sector bancario del país le ha solicitado en reiteradas ocasiones al ejecutivo que estudie la viabilidad de eliminar dicho impuesto, el cual es considerado nocivo para aumentar la bancarización en Colombia, iniciativa que respaldé en un foro reciente realizado en el Congreso sobre la crisis económica.

Los datos actuales son contundentes y señalan que los colombianos vienen restringiendo el gasto, utilizando menos el dinero plástico y no quieren endeudarse, ni siquiera para adquirir vivienda y eso que el gobierno nacional ha ofrecido subsidios como paliativo a la situación económica de las familias. Esta realidad nos indica que hay que tomar medidas y decisiones que estimulen la relación de los colombianos con la banca, que propicie y mejore las actuales condiciones para que la gente se motive a tener servicios financieros. Según la presidente de la Asociación Bancaria y de Entidades Financieras (Asobancaria), María Mercedes Cuellar, desde el momento que se implementó el impuesto, los colombianos comenzaron a alejarse de la banca provocando que la intermediación retrocediera más de 20 años. 'Si se elimina el 4 X 1000, a la banca retornarán cerca de seis billones de pesos'.

Por concepto del tributo bancario se recaudan unos 3.5 billones de pesos, ingreso que es muy importante en materia impositiva, pero que la elusión de esta tasa ha afectado el recaudo de otros impuestos y al eliminarlo evitaría la evasión en materia tributaria que origina este pesado gravamen que pagan todos los colombianos. El otro gran problema que plantea el gremio bancario tiene que ver con el encarecimiento de los servicios bancarios, toda vez que los colombianos cada vez quieren utilizar más efectivo y menos dinero plástico, y el transporte de billetes resulta bastante costoso para el país. Según datos de Asobancaria antes de que existiera este impuesto, que comenzó con una tarifa de dos por mil, el 40 por ciento de la base monetaria (todo el dinero de la economía) era efectivo, hoy es el 60 por ciento y esto demuestra que cada vez menos gente quiere llevar su dinero a los bancos para evitar el gravamen. En los países desarrollados el efectivo es el 23% de la base monetaria y en nuestro país se estima que el nivel de uso de efectivo es el mismo de los años 60.

Por todas estas razones, la eliminación de este impuesto se hace necesaria, particularmente en momentos de quiebre de la economía, la cual requiere generar condiciones para construir confianzas.