Por: Jaime Carrión.
De cuenta de la Iniciativa de Revocatoria de Mandato del alcalde Daniel Quintero, Medellín vive uno de los momentos más importantes de su historia política en los últimos treinta años. El uso de una iniciativa de este tipo significa la continuidad del cumplimiento de uno de los principales objetivos de la Constitución Política de 1991, cual es la materialización de la democracia directa como complemento y cualificación de la tradicional democracia representativa. El fenómeno expresa, además, que en el sistema político colombiano, y especialmente en el de la ciudad, operan mecanismos de pesos y contrapesos que enriquecen la vida democrática de nuestra sociedad e invitan a una participación más activa y frecuente de las y los ciudadanos en los asuntos públicos.
Sin embargo, vale la pena advertir que esta Iniciativa de Revocatoria contiene algunos elementos bastante negativos que a mi juicio afectan directamente la cultura política democrática que debe acompañar este tipo de experiencias. Se trata, desafortunadamente, de una iniciativa partidista y no ciudadana. Es decir, son algunos agrupamientos políticos partidistas y no partidistas, con intereses claramente electorales, tanto referidos al año 2019 como al año 2022, quienes protagonizaron la recolección de firmas en la ciudad y hoy encauzan la defensa discursiva de la necesidad de un voto positivo por la revocatoria. No son pues sus promotores ciudadanos en general que ven con ojos críticos el desempeño de la actual administración, más bien se trata de actores políticos ya definidos en la oposición desde el principio, que utilizan la iniciativa de revocatoria como una plataforma político-electoral que busca principalmente fortalecer su labor de oposición política y conseguir una mejor posición electoral en el año 2022, además de viabilizar la conquista del poder político local en el año 2023.
Así pues, no se trata de una iniciativa ciudadana que ofrezca las garantías legales y constitucionales al voto programático de las y los electores del año 2019. Conviene recordar que ha sido una iniciativa presente, en la rumorología política local, desde el momento mismo en que se conocieron los resultados de las últimas elecciones de autoridades locales. De hecho, su solicitud temprana deja entrever que no existía por parte de sus promotores un estudio juicioso del cumplimiento y desempeño del Plan de Gobierno propuesto y el Plan de Desarrollo aprobado. Al día de hoy, tampoco parece tener valor para sus promotores aquellos pronunciamientos públicos que han realizado entidades públicas y privadas sobre la naturaleza de estos instrumentos.
Como si esto fuera poco, quienes escuchamos las audiencias públicas en donde se expusieron los motivos que sustentan la Iniciativa, fuimos testigos de dos (2) hechos que resultan completamente ajenos a la concepción de la Iniciativa de Revocatoria de Mandato que trae la Constitución Política y la Ley colombiana. Por un lado, se presentaron en el discurso insultos o improperios frente a las personas del Alcalde y su familia y por el otro, algunos de los motivos que alentaron la iniciativa fueron presentados públicamente como la necesidad de un castigo frente a las actuaciones administrativas relacionadas con el Caso de Hidroituango. Un asunto en donde curiosamente los organismos de control han tomado decisiones consecuentes con el proceder de la Administración Municipal.
A pesar de esto, considero que la Iniciativa de Revocatoria es una oportunidad para fortalecer la cultura política democrática en la ciudad. Especialmente, para dejar claro en la ciudadanía el tipo de mecanismo de participación ciudadana que tenemos y cómo es su correcta utilización, de forma tal que este sea preservado para la ciudadanía y se proteja de los intereses de los partidos y otros agrupamientos políticos. Claro, esto solo es posible si las y los ciudadanos en general y, especialmente, los sectores políticos democráticos partidistas y no partidistas, nos comprometemos a develar los intereses perversos que rodean hoy esta Iniciativa y que la desnaturalizan y a promover una conciencia colectiva que actúe en consecuencia con ese descubrimiento.
Finalmente, sobra decir que no es momento para ver ballenas, más bien para tomar conciencia y posición y actuar en consecuencia.