Por: Diego Calle Pérez.
Muchos turistas llegan solo hasta el departamento del Magdalena, su capital Santa Marta con la Quinta de San Pedro Alejandrino. La Guajira no cuenta. Maicao ya no tiene el mismo encanto que contaba Juan Gossaín en la mala hierba. Bolívar, con su Cartagena, la ciudad referente que por estos días no tiene alcalde y los concejales son la fiel muestra de lo que hay entre los habitantes de la ciudad heroica. Atlántico con su Barranquilla y su área metropolitana, tan industrial como en la segunda revolución Industrial.
El Cesar con el vallenato en Valledupar y el río Guatapurí que sirve para renovar hasta el bautismo de los cachacos que lo visitan y tan cerca a la Arauca soñadora que sirve de frontera, con el país vecino que nos señala como un aliado que no agradece de garante en la paz. Cerramos con Sucre, capital Sincelejo con barrios tan parecidos a los Prados de las capitales de las Sociedades de Mejoras Públicas. Montería con su apellido de Córdoba, con grandes terrenos de ganadería extensiva, para no alargar el inventario en cuestión.
Antioquia encabeza la lista de los departamentos con mayor número de habitantes con Boyacá y Cundinamarca, planteamos una nueva expresión: “Departamentos A, B, C” de la Colombia que se quiere convertir en federal sin dejar el centralismo de la única metrópoli que es la Bogotá de Quesada como el chocolate que se toma en Guatavita, en Faca y en las salinas de Zipaquira donde vivió el grande de Gabo.
El eje cafetero con el triangulo de los departamentos que no tienen más de 150 años de constituidos, empezando por el gran Caldas, seguidamente de Risaralda y Quindío con su aroma y paisaje que atrae más con el turismo, levantando su economía como un ave fénix.
El Valle y Cauca que juntos parecían uno solo con sus ingenios de azúcar y Choco con su riqueza agroecológica, junto a Nariño conforman la Región Pacifica de la que destacamos el puerto de Buenaventura como el crisol de culturas, que nos permite ser puente de comunicación con los países que generan el comercio de la otra mitad del mundo que estamos conociendo por los diferentes convenios en el tratado libre de comercio.
La región amazónica de la cuál pocos referentes encontramos, hasta que un día una avalancha pasa por Mocoa y comprendemos que tenemos vecinos tan cercanos a la otra Colombia, que se consolida en la Constitución del 91, cuando intendencias y comisarias pasan a crearse como departamentos.
Caquetá se hizo famosa por su capital Florencia y por los acuerdos de paz del entonces presidente Pastrana Segundo. San Vicente del Caguan, Cartagena del Chaira y otros que recordar no quisiera Ingrid Betancourt, ni Clara Rojas. Vaupés con su capital Mitú cercana al país vecino del Brasil y el Guaviare y el Guainía con el Meta y su capital Villavicencio dónde surgen los caminos a su vecino Yopal. Todo este recuento son los lugares comunes de la Colombia extensa y rica en biodiversidad.