Por: Diego Calle Pérez
Medellín a diferencia de Cali, Bogotá y Barranquilla, no ha tenido alcaldes con disfraz de izquierda, ni curas, ni cojos en la alcaldía. Los alcaldes elegidos por voto popular han salido de consensos entre partidos políticos, sus matices y sus alianzas. Eso que llaman hoy la dinámica de la política.
El polo que ha tenido tres alcaldes en Bogotá, en Medellín no ha tenido ni continuidad en un concejal. Ramos, Flores, Naranjo por su parte son alcaldes muy recordados por el partido que representaron y por el buen uso que hicieron de sus mandatos. Juan Gómez Martínez repitió alcaldía en compañía del Clan Valencia Cossio, se paseo por la Gobernación y se quemo en el horno saliendo como obligado por el Centro Democrático.
Medellín ha sido consentida con sus gobernantes por cuidar aquello de la joya de la corona. Empresas Públicas más que un hito de pujanza es un conglomerado económico que beneficia a la ciudad con sus transferencias en inversión social. Hoy la quieren vender como Isagen.
El antiguo Edificio de mármol, como llaman la casa tradicional del liberalismo antioqueño, con su legendario cacique Bernardo Guerra, el mismo de Peque, ha sido testigo de los más importantes hechos políticos de la ciudad y del Departamento. De allí salieron personajes como Álvaro Uribe, Antonio Roldan, Ramón Elejalde y William Jaramillo, el mecenas de Piedad Córdoba.
El edifico de los conservadores desapareció dándole paso a las nuevas construcciones de la ciudad. La casa azul con la dirigencia goda como se les denominaba. Se recuerdan a los Pinochos, Manuel y Federico al lado de Jota Emilio Valderrama, Álvaro Villegas Moreno, Los Valencia Cossio con sus matices azules, Germán Blanco como un bendecido y Carlos Zuluaga como joven promesa de liderar las banderas de sus mentores. Luis Alfredo Ramos ha brillado con luz propia, hasta que su pupila despunta desesperada por ser gobernadora.
Los jóvenes liberales y conservadores de la época brillante de las casas emblemáticas ya están veteranos y curtidos de experiencias significativas de cuando se hacia la competencia por el voto a voto de cada día. La ciudad se transformo desde un metro hasta nuevamente tranvía. La ciudad bipartidista descuido su tradición de gobernar y se fueron consolidando nuevos partidos y movimientos ciudadanos. Hoy pareciera no gobierna y comanda la ciudad un partido político, sino el conglomerado empresarial del que tanto se habla que protegía la clase dirigente centralista. La fuerza política no depende de las casas bipartidistas, sino del grupo que apuesta a cinco candidatos ganando de todas maneras con uno solo. Medellín, dejo de ser bipartidista.