Por: Jaime Jaramillo Panesso
Capital de la nación paisa que se extiende más allá de los límites del departamento de Antioquia, siempre está en primera página, a veces por lo bueno, a veces por lo malo. Medellín, ciudad de la antioqueñidad, cultura y talante repartidos en 124 municipios de la región administrativa, comparte con 9 de ellos una zona metropolitana que los liga por los servicios públicos de EPM: Caldas, La Estrella, Itaguí, Sabaneta, Envigado, Bello, Copacabana, Barbosa.
Medellín tiene un karma, un cruel fantasma que persigue a los alcaldes, más que a sus habitantes, no solo porque el muerto reaparece en las películas gringas, en la TV y en novelas de escritores nativos, de manera recurrente. Sino porque esa sombra maligna se convierte en el enemigo de la administración y de una parte de la ciudadanía, por medio de una escena paranoica colectiva donde el alcalde se transforma en un sheriff que acepta el desafío de los jefes de las bandas criminales, notificándoles por radio y TV que va por sus cabezas. Convierte el escenario ciudadano en una película donde Dick Tracy Gutiérrez se monta en un helicóptero y vuela y vuela, aplicando sensores de la maldad mafiosa y maléfica, diabólica y del menudeo narcótico callejero. ¿A quién se le ocurre, siendo alcalde, aceptar el duelo a balazos con los bandidos de la ciudad, por intermedio de micrófonos públicos? Un estratega prepara el ejercicio legal de la autoridad, no la “batalla” urbana policial, con base en “inteligencia táctica” y copamiento zonal o de la Comuna, de manera secreta o al menos sin publicidad. Organiza y planea el operativo, junto con los que saben de esa materia, la policía, la fiscalía y expertos civiles. Y desarrollan el plan de asalto sobre las cuevas, escaleras, terrazas y habitaciones previamente señaladas, sin desfiles procesionales como si se ganaran un campeonato futbolero.
Se supone que no todos los secretarios del despacho municipal son unos estúpidos. Y que el sacrificio político, no penal, del anterior Secretario de Seguridad, sirva para que el kínder acierte al gobernar con Dick Tracy Gutiérrez, quien sabe usar el “voseo” paisa para aprendizaje de los antioqueños nuevos.
El problema de seguridad ciudadana está vinculado a la irresponsabilidad del gobierno nacional y del fatuo Fiscal General con el proyecto de ley de sometimiento referido a las bandas criminales que en su momento, fueron ellas mismas las que propusieron se estudiara y promulgara. No sabemos si la estrategia consiste en matarlos o encarcelarlos primero, y después sacar adelante la ley. Muy colombiana la obra teatral de esta tragedia, ante la cual tampoco la alcaldía se ha puesto de frente con otros alcaldes de capitales y ciudades intermedias.
Mientras este tinglado de héroes y villanos, de balazos y desafíos, de policías y ladrones, de señoritos y bandidos, está en la parrilla de la televisión oficialista, los grandes problemas de Medellín y de la zona metropolitana se cubren con el velo de “un día sin carro ni moto”, el premio al “emprendimiento”, la Feria de los Silleteros doblegados por el peso de las flores, etcétera, etcétera. ¿Apoyo al Alcalde Federico Gutiérrez? Por supuesto, todo el que merezca. Pero que se lo merezca.