Por: Diego Calle Pérez
Medellín se sacude con las obras que apenas comienzan y otras tantas que se inauguran con placa de mármol para el alcalde y concejales. La ciudad revienta en sus calles, avenidas y casas viejas el paso al desarrollo de las nuevas proyecciones, para seguir siendo la eterna primavera. La movilidad está siendo ajustada a las normas del tránsito y a las fotomultas. La inversión social no llega, como debería a los barrios periféricos de las laderas, los parques pareciera no existieran y en los barrios de medio mejor estrato, no llega ni una orquesta en tablado de feria de las flores.
Medellín se sacude con tanto precandidato sin partido político, recorriendo cuadras y cuadras buscando arañar una firma y sin tener claridad de lo que necesita el ciudadano en su paso por su barrio. Candidatos que gozan de poca credibilidad por no cumplir las suficientes horas de vuelo político por la ciudad. Medellín se sacude con tanto saltimbanquis, buscando desesperado un reconocimiento sin tener una hoja de vida acorde a la responsabilidad de direccionar una ciudad que se desconfigura cada que hay elecciones metropolitanas.
Medellín se sacude con el mapa político de candidatos y precandidatos que no logran consolidar una propuesta que unifique los planes y programas de distintos grupos sociales de la ciudad que sufre los embates de las fronteras invisibles, peleas y matoneo, las extorciones a comerciantes y atracos a cada 17 minutos. Medellín se sacude con noticias de niñas prostitutas y un aumento en el consumo de drogas y licores extranjeros. Medellín se sacude por sus bajos rendimientos en pruebas icfes, pisa y en los ingresos desertores de Universidades privadas y públicas.
Medellín se sacude con miles de desempleados con títulos profesionales. Listas enteras de candidatos al concejo endulzados por firmas que no garantizan su paso hasta el día de llegar a las urnas. Medellín se sacude con el mensaje subliminal que envían algunos concejales que se colocan chalecos para cubrir su pecho por las denuncias. Denuncias que no se multiplican con movimientos cívicos y de residentes de barrios donde se atropellan derechos pagando un predial tan alto. Barrios enteros que subsidian a los estratos más bajos y vaya sorpresa, saber que siguen desconectados de la energía eléctrica.
Medellín se sacude con la incoherencia de los partidos políticos y de los candidatos que mandan a sus estafetas y mensajeros a repartir volantes de campaña sin autorización de los órganos del estado. Medellín se sacude por el mal ejemplo de precandidatos que han montado sedes de campañas abriendo espacios y tiempos donde por ley ni se debe. Medellín se sacude volviendo la política una mercancía, como si para ser alcalde o concejal se necesitara mostrar mas la fachada de una imagen, que una verdadera voluntad de dirigir los destinos de una ciudad que apenas empieza a desarrollar sus necesidades locales y no las que nos hacen creer que somos internacionales.