Por: Juan Carlos Hurtado Ochoa
“Nadie es imprescindible”, es una frase utilizada para quitarle importancia a quienes se van o no dan la talla en determinados oficios. Hay personas que fácilmente son remplazadas en algunos cargos, pero este hombre parece que fue la excepción a la regla en todo el sentido de la palabra, pues con el transcurrir del tiempo no aparece sucesor alguno.
Quién iba a pensar que en la madrugada del jueves 7 de junio de 2012, no sólo se produciría la muerte del periodista Henry Pava Camelo, sino que su emisora Súper entraría en una especie de “coma” inducido por cuenta de una serie de episodios propios de intereses distantes de sus sueños.
Desde su fallecimiento comenzaron las especulaciones. Oyentes y periodistas tejieron una serie de teorías sobre el futuro de la emisora. Algunas tesis eran más aterrizadas que otras. Pero al fin y al cabo, sólo conjeturas.
Pero como a veces las palabras tienen poder, eso parece haber sucedido con la cadena Súper. Los hermanos Pava Camelo consideraron que lo mejor en estos momentos era arrendar por cinco años a RCN.
Debe estar Henry desesperado desde el cielo en su carrito mirando cómo se acaba su sueño de tantos años. De ver cómo sus esfuerzos y logros quedan en manos de quiénes sí saben cuándo una emisora está en la cúspide.
Pava Camelo tenía claro que Súper podía ser la emisora regional más escuchada en Antioquia en materia informativa y logró acercarse fuertemente cuando los estudios de sintonía en alguna ocasión le dieron la razón y estaba por lograrlo.
Cuando había crisis en materia de anuncios, no dudó en contratar a buenos periodistas y cautivar a concesionarios respetados en el medio. La tenía clara. Era un hombre que respiraba radio las 24 horas. Para él no existía el fracaso. Y tenía motivos físicos para lamentarse, pero nunca lo hizo. Desde su carrito eléctrico demostró que las limitaciones sólo están en la mente de quienes desean ser lastimeros.
Muchas personas se sorprendieron cuando supieron que había sido diputado, concejal y representante a la Cámara, pues no hacía alarde de esas cosas al aire. Hoy en los alrededores de la emisora la economía informal se ha debilitado.
Carlos, quien cuida carros allí, reconoce que la “liguita y comida” que les daba don Henry las está extrañando, al igual que un sinnúmero de vendedores ambulantes siente la falta del compartir con quien nunca tuvo una frase despectiva hacía ellos. Era un consejero desparpajado quien levantaba ánimos insospechados.
Los ingresos para la negrita que vende dulces en la emisora también disminuyeron considerablemente. Todas las tardes se acerca a la puerta como esperando a que Henry salga y le compre todo. Pero ella sabe que eso no pasará ya, son meras ilusiones de un pasado alegre. Ofelia, encargada de servir los tintos en la emisora, pareciera no entender lo que pasa allí. Ella cree que las cosas seguirán igual.
Lo mismo ocurre con periodistas que llevan muchísimos años trabajando en Súper. Andan en un limbo, esperando una frase esperanzadora por parte del nuevo “patrón”. Han pasado casi tres meses después de la muerte de Henry y todo cambió drásticamente. La emisora pareciera estar recogiendo los pasos para morir dignamente.
No sabemos lo que llevó a los hermanos Pava para tomar la decisión de arrendar la cadena y tampoco nos corresponde indagar sobre el asunto. Sin embargo, es claro que desde la muerte de Henry las cosas no volvieron a ser lo mismo. Parece que hay casos en que los hombres sí resultan imprescindibles. El “coma” inducido de Súper por ahora de cinco años es muestra de ello, aunque pocos creen que vuelva.
Gran Ciudad comenzó en Súper el 1° de noviembre de 2005 y recordamos cuando Pava Camelo, una vez le contamos el proyecto periodístico, inmediatamente creyó en él. Hoy tenemos las maletas preparadas para partir el 31 de octubre dependiendo de la decisión que asuma RCN con los concesionarios.
Ese día bajará el telón, Antioquia no estará de Pie, el futuro deparará otras cosas para los periodistas y empleados, al tiempo que Henry desde el cielo seguramente estará gritando que le den cambio para decir lo que siente. No será lo mismo en el edificio colorido de la calle Colombia con 67 esquina.
La vida es así. Por eso el término líder no se ajusta a todos. Sí hay imprescindibles. Son aquellos hombres que dejan huella. Aquellos que no se pueden remplazar. Son seres únicos e irrepetibles que Dios manda a este mundo con un propósito, aunque no entendamos muchas cosas como la muerte de Henry en su momento más exitoso, según lo confesó su esposa Katherine Granados quien aún se sorprende todos los días por las luchas que le ha tocado librar.
Para ella él fue un maestro. Por eso cada que habla deja fluir alguna anécdota o frase de su esposo. Todavía hay políticos y oyentes que coinciden en que Henry era Henry y nada más. No habrá otro igual.
Esperemos qué pasará dentro de cinco años y cómo quedará Súper en su reencarnación. Esperemos que bien por la memoria del imprescindible…