Diego Calle

Por: Diego Calle Pérez.

La politiquería es la corrupción de la política. Y por ahí andamos con peligro de corrompernos. Se pelea por un puesto en el capitolio nacional, por una “chanfita” en cualquier instituto descentralizado, por un puestico donde paguen bien cada quincena. Y para lograrlo se hace de todo. Es así como se corrompe la administración pública. Se cae en una democracia formalista y embustera que engaña para ganar y olvida pronto las promesas que se hacen en campaña y se reinventa el plan de desarrollo que se presentó para ser elegido y se hace un retrovisor para justificar lo que no se gestiona.

Cada cuatro años se inventan partidos políticos en Colombia, cada cuatro años se hace una fiesta con una campaña, a la pasarela salen a diestra y siniestra candidatos como por arte de mago. Colombia se ha convertido en el paraíso de la politiquería. Se hace pensar a la gente sólo en los derechos y no en los deberes. La gente se acostumbra a vivir de vender votos en cada elección a la presidencia, a una gobernación, a una alcaldía. El ambiente se envenena, el bla, bla, bla crece y la gente calla. Eso es lo malo. Cuando cada uno de los ciudadanos no se preocupa por la marcha del pueblo, por el bien común, por hacer una veeduría, por la mejor forma de realizar los proyectos posibles de mejora del puente veredal, del camino al corregimiento, de los programas del restaurante escolar, lo social y los temas culturales, se cae en la politiquería. ¿No te parece que eso es lo que nos está pasando?

Muchos analistas y columnistas aseguran que la gente cada día se aleja más de la política. La gente del común, la que se rebusca el día a día, no quiere saber nada de partidos, de candidatos, de programas, ni de nada. Quieren orden social, equidad, trabajo, menos bla, bla, bla. Ya no creen en “esta” politiquería! Pero deben seguir creyendo en la política.

La política es el fomento del interés público, la misión de la ciudad y de cada uno de los componentes, lo que tú, yo, el del frente, el del otro barrio, el del pueblo cerca o lejano y todos hacemos o dejamos de hacer para organizarnos, como conviene a un pueblo libre que forja su destino. Es la comunidad de personas responsables ejerciendo sus derechos: Ese quehacer se llama política y no es un rollo estúpido.

Es que sencillamente, no saben bien qué es la política. Porque han oído llamar política todos los días a un asqueroso tejemaneje de intereses de grupos y partidos que buscan cada uno su propio beneficio antes que el bienestar del pueblo. Pero, la política, concebida desde los griegos es una manera de tener significado en la ciudad. La polis que significa la ciudad autónoma, compuesta de ciudadanos libres con derecho y obligación de intervenir en el destino de la comunidad.

Participar activamente de las decisiones políticas no es un acto de politiquería. La política es hacer parte de la vida social de la polis al bien entender de los romanos y de los griegos. Es por eso que la política no es un rollo estúpido, pero la politiquería, si es un mal que genera la corrupción que opaca la política bien entendida y contextualizada en un país que se fragmenta desde la colonia en intereses individuales de grupos dominantes.