Por: John Fernando Restrepo Tamayo
Los servidores públicos en Colombia no son intocables. No lo pueden ser. Es un error si lo fueran. El primer paso para instalar o recuperar la institucionalidad de un Estado exige generar la conciencia ciudadana de que los servidores públicos son aquellas personas que utilizan su cargo como un medio y no como un fin. Y el medio solo debe ser uno: servirle a la comunidad. He aquí el ideal de la teoría política. Lo público, que es de todos, requiere de unos agentes que lo administren. El problema está cuando el poder público se utiliza como fin. El problema radica cuando los funcionarios se ponen por encima del cargo. O utilizan el cargo para defenderse con garras a dientes frente a cualquier acusación.
Los últimos días en Colombia han sido días escandalosos. Altos funcionarios han resultado comprometidos tras serias acusaciones. Muchas de ellas solo serán un vulgar montaje. Interés de enemigos políticos que uno se va granjeando con el paso del tiempo. Enemigos enconados que parecen resultar de la nada.
No es sano que un servidor público de altísimo nivel sobreponga su buen nombre a la institucionalidad. No es sano para la transparencia institucional, para la moralidad pública, ni para la institucionalidad misma. Un servidor público debe entender que su cargo es más vulnerable que el de técnico de fútbol. La maleta debe estar lista y el escritorio recogido. La manera en que se defienden nuestros servidores públicos es nociva para la institucionalidad. Y un Estado decente se funda sobre ella.
Es constitucionalmente cierto que todas las personas estamos cobijadas por la presunción de inocencia, pero hacerse a un lado, para que la investigación fluya, no solo debería ser una conducta propia generada por la presión sino una constante. En Colombia hacemos las cosas al revés. Y los servidores públicos se valen de esa forma especial nuestra de entender el poder. Se valen de los vicios para perpetuarse. El puesto como fin y no como medio. El puesto como razón de ser de realización personal y profesional. El puesto como medio para asegurar riqueza. El puesto como trinchera para arengar, perseguir o eliminar todo lo que le resulte contrario o le amenace el uso del poder.
En Colombia empiezan a ocurrir cambios sustanciales. Pero si no intervenimos la forma de administrar el poder público, haremos poco por la paz y por la justicia. Es necesario promover una nueva cultura del uso del poder del servidor público. Es necesario hacer más presión para que renuncie si por su conducta estropea el buen funcionamiento de la institución que representa. Es necesario que la sociedad atienda más estos temas que son de su estricta incumbencia. Es necesario que haya más voces de alarma y que las denuncias sean posibles. Es necesario que los organismos de control actúen. De manera objetiva y efectiva. Es necesario que se formulen cargos y se abran investigaciones. Es necesario que se adopte el lema público y político de que en Colombia: los servidores públicos no son intocables.