Por: Diego Calle Pérez.
Defendamos la cultura como un transformador de las expresiones más naturales del hombre racional reunido en una sociedad. La cultura ha tenido diferentes significados y matices. Para los Griegos fue la filosofía y para los Romanos estaba en el derecho. Muchos abogados en Colombia fueron los primeros dolientes de la cultura. Un ejemplo de ello, es Juan Luis Mejía, el actual rector de la Universidad Eafit. Bernardo Hoyos, fue otro de los pocos abogados dedicados a la cultura, a las artes y la literatura.
Las nuevas experiencias científicas han ido cambiando los conceptos de cultura. Por medio del término cultura, se han conservado edificios y se le llama Patrimonio arquitectónico. Se conservan archivos y documentos como testimonio histórico, arqueológico y antropológico. La cultura establece rangos sociales, entre quienes la cultivan, la enriquece y la hacen progresar entre los ciudadanos que desconocen su trasegar, fomentando la conservación de costumbres y tradiciones. Un ejemplo de ello: las fiestas de los pueblos y las fiestas religiosas.
La cultura ha cambiado. La propia sociedad se ha encargado de cambiar la cultura. El concepto cultura se ha esfumado, como espuma de cerveza en vaso. La cultura se ha vuelto un fantasma inaprensible, multitudinario y traslaticio. Ya nadie es culto, todos creen serlo, lo que llamamos cultura ha sido depravado y para la muestra los magistrados de las altas cortes con escándalos de pagos por sus fallos.
El propósito de la cultura es afianzar el conocimiento de un pasado, para proyectar un futuro, con los elementos de un presente, pero ya sabemos todos que el infierno está empedrado de buenas intenciones. La cultura tiene buena sombra y al árbol que da buenos frutos es al que más piedra le tiran y la cultura es la cenicienta de todo plan de desarrollo local, departamental y nacional.
No hay culturas con estrato. Todos gozan y parrandean con Arelis Henao, pero tampoco buscan espacios para la Tuna, el festival de música coral, ni la banda roquera. En las fiestas del pueblo lo que importa es dejar la impronta del alcalde de turno.
Diré inmediatamente que han surgido muchos defensores de la cultura, por aquello de continuar la tradición de un festival musical, que para muchas administraciones gubernamentales se convierte en una carga en el presupuesto del fisco nacional, departamental y municipal. Son poquitos los que alcanzan a valorar la dimensión y la prospectiva de un Mono Nuñez o un Antioquia le canta a Colombia y en medio de ellos el festival Cotrafa.
La cultura brota en los salones de clases en las Instituciones Educativas con el teatro, la danza, la comparsa, los títeres, la banda de guerra, el festival de la canción, el concurso de poesía, cuento y monografía del pueblo, de la calle, del parque principal.
La cultura ha ido desapareciendo de nuestro vocabulario. Basta abrir un periódico los domingos para no encontrar el suplemento dominical que nos ilustraba de temas relacionados con el tema cultura. Ahora todos somos cultos de alguna manera, ahora todos opinamos de la política, de la geografía, de la historia, de la sociología, estamos inmersos en el mundo de las redes sociales, el youtube y el facebook, que nos mantiene enterados de lo que acontece al otro lado de la frontera del pueblo, del departamento del país. La cultura es, un denominador común, algo que mantiene viva la comunicación entre gentes muy diversas. Esta es una pequeña Oda a la Cultura.