Diego Calle

Por: Diego Calle Pérez

Antes que termine el año electoral y empiece la Semana Santa, quiero hacerle un reconocimiento a Sergio Fajardo, quien ha representado la utopía en la política paisa. Llego sin imaginárselo, no se la cría, ni la tenía en su proyecto de vida. Todo lo tenían pensado, analizado y discutido desde Corporación Región. Su apellido, su figura física, parecían sacada del libro El Príncipe de Maquiavelo.

Empezó a tener credibilidad apoyando programas de radio y se hizo a conocer con sus columnas en el periódico el Colombiano y en Zanahoria los viernes en Teleantioquia. Nunca había hecho una campaña para concejal, ni mucho menos estuvo en una lista de la Junta de Acción Comunal del barrio el poblado. Estudio, vivió y tuvo dos hijos en Bogotá. Llegando a Medellín se vinculó a la Universidad Nacional en la época que su asesor en educación era el vicerrector de sede.

Participando en los programas de Proantioquia, conoció de manos de Rafael Aubad los inicios de lo que es hoy el Parque Explora. En campañas tuvo asesores y escritores que volcaban muchas gentes a sus afectos. Recorrió calles y semáforos entregando volantes como una novedad muy similar a la de Peñalosa. Su primera campaña fue el principio de la utopía y él explica cada que puede su periplo por la política. Siendo alcalde es criticado por muchos y valorado por otro tanto. Puso a temblar momentáneamente a los políticos tradicionales y a los periodistas independientes que dependen de la pauta oficial. Don Hulolo, Humberto López, un veterano relacionista público ya fallecido, lo criticaba por su manera de vestir y sus bluyines sin correa. Impuso una nueva forma de vestir en las administraciones municipales y no preparaba discursos para los actos públicos. Sus poses fotográficas han salido en las mejores revistas de moda y farándula, su perfil fue envidia de sastres y estilistas. Trata en lo posible por ser conciliador, no se quiere meter con discusiones largas y exageradas. Cuando mete las patas, como por arte del juego de billar, muchas veces hace carambola con sus malquerientes en la política.

Sergio Fajardo Valderrama, dividió la política antioqueña en dos momentos, el antes y el ahora, el futuro no lo imaginamos, ni lo pensamos como decano de facultad, ni como Ministro. La política tradicional paisa, tuvo en Fajardo Valderrama un temblor abrumador, coloco a los cuadros de los grupos tradicionales a mejorar su comunicación con el caudal electoral. Sin teorías políticas, ni citando a Bolívar, Santander, Gaitán y Galán, Fajardo abrió una brecha para los jóvenes entrar en lo público, participando como lo llama con “decencia”, aunque se le encuentren en el camino, algunos errores, que ni los entes de control han considerado tan grave como para inhabilitarlo. NO faltara uno que otro quiere cobrar por ventanilla, pero esa es la política que nos ha tocado conocer y padecer.

Fajardo Valderrama en sus recorridos por la ciudad comprendió y entendió que había que perdurar en el proyecto regional y nacional. Emprendió su campaña presidencial en su sabático, se encontró con el muro invisible del país que desconocemos. En la campaña a Gobernación, recorrió los municipios con el aval del Partido Verde, sabiendo que había corregimientos donde no podía llegar. NO tuvo mucha suerte con la lista de diputados, pero se apoyó en su capacidad de comunicador para impulsar sus programas y proyectos de Antioquia la más educada. Los colaboradores inmediatos en la Gobernación son muchos de los mismos que lo acompañaron en la alcaldía. Estos celebres ejecutivos no tienen la misma chispa de su jefe, pero si son fieles a sus pautas y orientaciones. No piensan más allá de sus funciones que deben de cumplir y procuran por invertir el presupuesto que les compete por cada secretaria. No han faltado las demandas y los escándalos, más todos muy pasables para las propias “ias” del estado fiscalizador. No sabemos que sorpresas les depara los entes de control, en un país donde a los años después se destapan las ollas multicolores de contratos y licitaciones. Los Parques educativos son el eje de la campaña con que termina su periplo en la política antioqueña. Su imagen de profesor de matemáticas no cambia y su discurso coherente con su pensamiento visionario, le vendió al presidente Santos su idea de una Colombia más educada.

Admiramos y criticamos a Sergio Fajardo por habernos permitido, opinar y cuestionar, reflexionar y aprender de la práctica política, en un país donde no hay referentes culturales como los puede tener Francia y Alemania. Sergio Fajardo Valderrama pasara a la historia como el vivo reflejo de una utopía convertida en realidad cuando en las propias oficinas de Corporación Región no sabían a quien colocar como referente para impulsar el proyecto de lo que tanto había estudiado y analizado como grupo social. Medellín, tuvo un cambio político, representado en nuevos manejos administrativos, con los presupuestos billonarios de una ciudad desigual y sin inversión social.

Esto no es una elegía, ni una disculpa, ni un verso escrito en una columna, es la forma de agradecer que Sergio Fajardo pudo vivir la utopía que nos depara el ritmo de los nuevos cambios sociales, casi iguales, parecidos a lo que intento el presidente José Pepe Mujica, eso sí, guardando las proporciones y las comparaciones.  Difícilmente, olvidar a Sergio Fajardo y más cuando sigue vigente entregando obras y comunicándose, con su alzadito de cejas, con sus fieles televidentes los jueves en el canal más apreciado por los colombianos nacidos en Antioquia.