Rodrigo Pareja

Por: Rodrigo Pareja

En un  hecho que no constituyó sorpresa alguna para nadie en estos preliminares  electorales, el uribismo escogió como su candidato a la alcaldía de Medellín al ex senador Juan Carlos Vélez Uribe, luego de haberle dado coba a otros dos personajes que alcanzaron a soñar despiertos algunos días.

La sorpresa habría sido que alguno de éstos hubiera alcanzado la nominación, puesto que sus votos (¿), su reconocimiento y su trayectoria si acaso les habría alcanzado para la alcaldía de la ciudad de hierro.

No se necesitaba ser un sabio ni haber hecho algún master en ciencias políticas , como parece que sí lo adelantaron tantos charlatanes que ahora en la radio antioqueña fungen de politólogos, para vaticinar que esa tenía que ser, por mil razones, la conclusión lógica del “proceso” uribista.

Que alguien pensara en mantener sobre el tapete las precandidaturas de Luis Fernando Jaramillo y de Francisco Galvis, o era un absoluto despistado en política o estaría movido por algún interés familiar, porque no de otra manera podría justificarse su apego.

Volviendo al hecho real de la candidatura del ex senador Juan Carlo Vélez, hay que decir que es la suya una candidatura con bastante opción de triunfo, y que su salida al ruedo la hace con bastantes días de anticipación sobre otras aspiraciones  que apenas están cuajando o definiéndose, entre ellas la del partido liberal.

A propósito de esta colectividad, dividida en Antioquia hace más de cuarenta años y ahora con una mayor tendencia a volverse añicos por cuenta de algunos congresistas – veteranos y nuevos – que madrugaron a desconocer lo que llaman institucionalidad, hay que señalar que está en mora de poner sobre la carpeta  la carta que considere ganadora.

Para conseguirla está en marcha un procedimiento que si alcanza el consenso de los aspirantes y en su desarrollo se respetan las reglas de juego y se tienen en cuenta todas las aspiraciones y sugerencias de los comprometidos, puede resultar exitoso y coronar con bastante opción de triunfo esa candidatura única.

El respaldo de la Unidad Nacional al que aspira ahora el volátil Gabriel Jaime Rico, un día uribista, otro liberal, otro santista y otro conservador, será decisivo al final, pero parecería un contrasentido dárselo a quien hasta el momento no ha tenido ni consistencia ni firmeza  ideológica, así cuente ahora con el discutible respaldo de algunos congresistas liberales que tendrán que definirse por el candidato único de su partido, enfrentar la doble militancia o pasar de agache sin ton ni son.

Queda por mencionar la aspiración de Alonso Salazar, quien juega ahora como capitán de su propio equipo y no como subalterno del gran elector, Sergio Fajardo, a cuya sombra llegó a la administración municipal para el período 2008-2011.

Nadie sabe hasta dónde puede llegar el ex alcalde con su propio impulso, prevalido de su paso por la alcaldía y de su papel de víctima del procurador Alejandro Ordoñez, factor éste que da reconocimiento y seguramente votos, pero sin el respaldo de Fajardo la meta terminará en montaña y no en plan, y por lo tanto será más difícil de alcanzar.