Diego Calle

Por: Diego Calle Pérez

El término “enrevesado” es entendible desde México hasta la Argentina. A los habitantes de América Latina nos identifica el lenguaje y la cocina similar con su cebolla y ají parroquial. Las empanadas se hacen y se comen en todos los países del rebusque y el trueque. Somos una sociedad que delira por los modelos del bienestar social. Los españoles nos colonizaron y seguimos dependiendo de tus trampas y sus desgastados capitales privados. Defendemos a capa y espada los animales que son atropellados en las corridas de toros y se olvidan de las miles de mascotas que pasan 18 horas encerradas en balcones esperando sus adorados amos que las saquen al parque más cercano.  Somos una sociedad enrevesada. Maltratamos el ambiente y nos quejamos de las basuras, de las plagas y de las ratas que buscan en las bolsas de basura la riqueza del menú que votan en los grandes hoteles, mientras se mueren de hambre niños en la calle de cualquier ciudad Latinoamérica.

Veneramos la captura del chapo guzmán y recordamos con cierta sonrisa al gran capo Pablo Escobar. Los diálogos de paz entre Caracas y la Habana son largas conversaciones que muestran un panorama desalentador para muchos Colombianos, mientras se negocia la paz se vende ISAGEN y los grandes ideólogos de la lucha guerrillera, ya no exclaman pudor alguno por la disertación y el consenso de Ginebra. La historia poco importa. Los detalles del trabajo de investigación de la reconocida politóloga Natalia Springer se quedan en los archivos de la Fiscalía, esperando el momento para hacer juicios sin otro argumento que no sea la paz.

Somos un país enrevesado, mientras el gobernador Verano de la Rosa en Atlántico, posa con las sillas nuevas para las Instituciones Educativas, en Antioquia los parques educativos del matemático más educado, no se terminaron y la Universidad del Tolima pasa por malos momentos financieros. La educación básica en Colombia está en alerta naranja, según algunos expertos, no como Francisco Cajiao, ni tampoco para hacerle caso a las conferencias del señor Juián de Zubiría. El problema de la educación Colombiana radica en la falta de compromisos reales y tangibles de los rectores de las Instituciones educativas, se la pasan manoseando los presupuestos que llegan como si fueran su caja menor y embolatan a los funcionarios de Contraloría.

Somos una sociedad enrevesada, le hacemos más tragedia a la novela que nos presenta el canal privado, que a lo que en realidad sucede en nuestra realidad nacional y vecina. Venezuela es un modelo que se asemeja mucho a lo de Colombia, ni que decir de Ecuador con Rafael Correa, tiene autopistas para transitar para su vecino Perú y hacer comercio entre Chile. Argentina se prepara para cambios con un apellido Macri y la Uruguay del querido “Pepe” Mujica tiene un modelo que se puede aplicar por tener una población casi del tamaño de los habitantes del Área Metropolitana de Medellín y sus alrededores. Ni para qué seguir, somos un país enrevesado.