Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría
Nadie discute ni pone en duda la necesidad y la importancia de un periodismo serio en cualquier sociedad que se tenga por democrática, sometida a la ley y respetuosa de los derechos fundamentales. Si no fuera por la prensa responsable la opinión pública no tendría conocimiento de las actuaciones de sus gobernantes y en general de quienes se dedican al ejercicio y al manejo de la cosa pública; en otras ocasiones develan acciones contrarias a la ley de empresas privadas y de particulares, y por ello es que no solo en Colombia, sino en casi el mundo entero, nos hemos enterado de las malas prácticas de funcionarios inescrupulosos, en síntesis, la prensa que investiga, que denuncia y que da a conocer actos contrarios a la ley, no solo es útil sino necesaria.
Si lo anterior es una verdad que no tiene discusión, también lo es que un periodismo irresponsable, mal informado, que toma partido, que sirve a determinados intereses, que no tiene límites es de lo más nocivo que puede existir en cualquier parte. Desafortunadamente en Colombia coexisten ambas clases de periodismo y hay periodistas de se aprovechan de la profesión que ejercen y creen que tienen licencia para acabar con el buen nombre, con la honra, el prestigio y la reputación, en suma, con la vida de la persona que se les antoje. Cuando se equivocan ni ofrecen siquiera disculpas, como si nada hubiera pasado y recoja luego el nombre de esa persona, tarea casi imposible. Sería como, en palabras de Paulo Coelho, coger una hoja de papel, partirla en muchos pedacitos y a medida que se camina se van soltando, uno a uno, al terminar, devolverse a recogerlos todos, tarea imposible, el viento ya se los ha llevado casi todos, Lo mismo ocurre cuando se denosta de alguien, sin pruebas y sin tener derecho a hacerlo, nadie recoge su nombre y casi siempre las cosas no vuelven a ser como antes. Pobres funcionarios públicos, como me lo han dicho algunos, le tienen más miedo a ciertos periodistas que a los mismos entes de control y a la fiscalía.
Estos mismos periodistas, que en muchos casos responden a intereses políticos y/o económicos, en una situación inédita en nuestro país, sin posesionarse todavía el presidente Iván Duque y aun con unos pocos días en el gobierno, una semana para ser exactos, no han cesado en las críticas de diverso talante: que los ministros nombrados esto, que su bancada en el congreso lo otro, que su gobierno será un fracaso si tal cosa no se da, etc. En realidad estamos frente a algo nunca visto en Colombia, que el presidente con muy pocos días en el poder y periodistas malquerientes ya le apuestan al fracaso de su gobierno. Lo curioso es que se trata de los mismos periodistas que antes criticaban todo lo que oliera a Alvaro Uribe por la oposición que le hizo a Santos, decían que el ex presidente y sus seguidores exudaban odio, que todo les parecía malo en el gobierno, que debían tener un compás de espera y ahora son ellos los que cometen el error, que más bien creo que es algo calculado para hacerle mal ambiente al nuevo gobierno y seguir defendiendo el anterior. Estos periodistas llevan años escribiendo en contra de Uribe, su familia y sus adeptos políticos, no tienen otro tema, qué tedio da leerlos, y ahora encontraron otro frente para criticar: el presidente y su nuevo gobierno. Y con el discurso que dió el presidente del congreso el 7 de agosto se sienten más autorizados porque consideran que ese es el norte de este nuevo gobierno. Porque hay que decirlo, la mayor parte de la prensa escrita y hablada estuvo del lado de Santos casi de manera incondicional y mucha parte de ésta fue beneficiaria de prebendas, por eso es que un periodismo así deja de ser imparcial, se convierte en amanuense y solo responde a los intereses del gobierno con el que se sienten identificados.
No dudo que el nuevo gobierno hará esfuerzos para acertar en la toma de decisiones y en llevar a cabo ejecutorias, para si así les tapa un poco la boca, porque lo que es seguro es que no van a cejar en su ánimo por hacerle mal ambiente al nuevo presidente.
Ánimo, Señor Presidente, tiene usted un mandato legítimo para gobernar, no se deje intimidar ni amedrantar por los desafueros de unos periodistas faltos de carácter y de ética.