Por: Margarita María Restrepo
El impopular régimen dictatorial venezolano, desde los tiempos de Chávez, ha utilizado el anti-colombianismo para exacerbar los ánimos de las huestes chavistas.
Cuando los índices de aprobación de la dictadura caen por debajo del promedio, los cuadros políticos del régimen dan rienda suelta a la persecución contra los colombianos que viven en Venezuela. Así desvían la atención del oprimido pueblo venezolano.
La dictadura cree que pisoteando los derechos de nuestros compatriotas derrumbando arbitrariamente sus casas, deportándolos ilegalmente y amenazándolos de muerte, podrá hacer olvidar el desabastecimiento y la hambruna que afecta a buena parte de la población venezolana.
Cuando Chávez tambaleaba, ordenaba movilizar divisiones de tanques de guerra a la frontera y amenazaba con enviar sus aviones de guerra a bombardear a Bogotá.
Puso de moda la acriminación del ex presidente Uribe, utilizando los peores adjetivos para referirse a él, actitud que le heredó Nicolás Maduro.
Los ataques del chavismo hacia el ex presidente Uribe son cobardes. Tanto Chávez como Maduro nunca tuvieron el coraje de sustentar con evidencias sus señalamientos contra él. Ese es el talante de la dictadura venezolana: calumnian, injurian, mienten y desvían la atención de los hechos verdaderamente relevantes.
Resulta inaceptable el maltrato de que son objeto nuestros compatriotas que viven y trabajan en territorio venezolano. Más grave aún es la actitud timorata de la canciller Holguín quien, una vez más, ha dado muestras de debilidad frente a los inaceptables desafíos de la dictadura chavista. Sabemos de su íntima amistad con Maduro, pero ello no puede ser obstáculo para que, cuando corresponda, defienda con entereza los intereses del pueblo colombiano.
Cientos de compatriotas han sido deportados arbitrariamente en las últimas horas, hecho que obliga a que el Presidente Santos estuviera presente en la frontera encarando personalmente la situación, cosa que no sucedió. Me imagino que la tragedia que padecen esos humildes ciudadanos no es suficiente para que el gobernante interrumpiera su descanso de fin de semana.
Las fuerzas políticas, sin excepción alguna, deben ser solidarias con quienes están sufriendo en carne propia los desmanes de la tiranía venezolana. Por eso, es oportuna y necesaria la presencia del Centro Democrático encabezado por el ex presidente Uribe en la frontera con Venezuela.
Quienes son afectados en sus derechos merecen la solidaridad y el respaldo de la clase política. Maduro maltrata a Colombia y a sus ciudadanos. Frente al silencio cobarde del Gobierno, los partidos políticos estamos en la obligación de hacer sentir nuestra voz de protesta.