Por: Luis Pérez Gutiérrez.
Gustavo Petro llega con nuevas ideas para Colombia. Se necesitan buenas ideas para hacer un mejor país, y además, se requiere cambiar el estilo de gobernar. Si no van juntas las nuevas ideas con un estilo de gobernar diferente, todo puede ser peor. El estilo viejo de go bernar ha sido nefasto para Colombia.
Hasta ahora, la Presidencia de Petro no cambia el estilo de gobernar.
Empezar con el anuncio de una reforma tributaria sin tener Plan de Desarrollo, es conservar un viejo estilo de gobernar. Los gobiernos de Colombia son alcabaleros, no son productivos. Son burocráticos, no tienen estructura para producir riqueza, ni económica ni social. A eso nos acostumbraron. El que quiere gastar más, debe producir más. Gobierno alcabalero en lugar de gobierno productivo, esa es Colombia.
A pesar de que los países no se acaban, Colombia se va viendo social y económicamente como un estado fallido. El Estado vendió las empresas productivas y no lidera nuevas economías. Veamos:
La Nación se tiene que endeudar más para cubrir los enormes gastos de funcionamiento que la ahogan. En los últimos 10 años, 2012-2021, el Gobierno nacional aumentó sus gastos en $202 billones. No hay ahorro, hay derroche, no hay producción de riqueza. La adicción, de los gobiernos a dictar más impuestos, a gastar más y a pedir más endeudamiento, es una irresponsable incultura de estilo de gobernar. En Julio de 2022, el Banco de la Republica certificó que la Nación llegó a la deuda externa más alta de la historia. La Deuda Externa es el 51% del PIB. De seguir así, el gobierno pagará intereses más altos para funcionar y el dólar seguirá subiendo, y todos los colombianos seremos más pobres ante el mundo. Si el gobierno no aprieta el derroche y la burocracia inútil, Colombia se vuelve inviable.
Desde siempre, todos los gobiernos hacen reforma tributaria para recoger dinero y derrochar. La gente, los colombianos esperan un estilo nuevo de gobernar. Que nos digan cómo se van a recortar gastos inútiles y derroche en al menos $5 billones anuales. Eso podría ir en el Plan de Desarrollo. Certificó la Contraloría General de la República, que a las grandes empresas se les hicieron exenciones por $8.7 billones anuales, en la reforma Tributaria de Iván Duque en 2018. Dice la Contraloría que a los solos bancos en 2018, les dieron beneficios tributarios por $2.4 billones anuales y a las empresas de energía por $800.000 millones cada año. Cómo acabar estos privilegios que dan vergüenza, antes de colocar más impuestos. Para no tributar lo justo, tienen perforado el modelo tributario. Petro propuso en Jericó bajar el IVA; el pueblo está esperando. Cada congresista le cuesta al país más de $3.300 millones cada año; ese mal no puede ser eterno. Todo eso debe ir primero al Plan de Desarrollo.
La gente espera que el país cambié 50 años que lleva de desesperanza. Y, lo primero, es el gasto público y la producción de riqueza.
El Ministerio de Hacienda sin posesionarse lanzó la primera pedrada: Reforma Tributaria severa y al estilo viejo. Más ruda y más anticuada que la de Iván Duque, que paralizó el país largo tiempo y dejó pérdidas incalculables a ciudadanos y a empresarios. La nueva reforma tributaria es de estilo viejo, nada nuevo, nada productivo, nada de nuevas economías.
Los gobiernos de estilo viejo primero hacen reforma tributaria antes que plan de desarrollo, porque no importa cumplir la palabra; importa tener recursos para continuar el derroche tradicional. Esa es la historia de este país. Que bueno que Petro se salga de ese estilo viejo de gobernar.
Si se va a cambiar de estilo de gobierno, si se va a recuperar la credibilidad ciudadana, lo más ordenado es hacer primero el Plan de Desarrollo Nacional 2022- 2026 para saber en qué se van a invertir los recursos de la Tributaria.
Hacer primero una reforma tributaria sin saber hacia a dónde va Colombia, sin definir el rumbo del país, se puede convertir en una falsa razón para que después de aprobar el plan de desarrollo le metan a los colombianos otra tributaria que puede levantar la ira popular y llevar al país a otro caos.
Que el Fondo Monetario Internacional (FMI) haya dicho que la reforma tributaria va por buen camino, sí que debe preocupar. Si es así, no vamos por un camino nuevo ni innovador.