Por: Jaime Jaramillo Panesso
Francia tiene una larga espuela de historia diplomática, acompasada con los días de gloria de los monarcas más extravagantes o de los guerrilleros partisanos de la resistencia contra los invasores alemanes bajo el mando de Adolfo Hitler. Los franceses tienen uno de los himnos más bellos del mundo, La Marsellesa, aunque el himno de Antioquia le gana en la letra y en la melodía.
Francia ha tenido en su historia política personajes como el Barón de Montesquieu, “El Espíritu de las Leyes”, uno de los precursores de la politología. El abate Sieyés, hombre de la Ilustración y aportante al documento más conocido que inspiró la Revolución Francesa de 1789, Los Derechos del Hombre y del Ciudadano. El cardenal Richelieu, Primer Ministro de Luis XIII, estadista que centralizó el estado para evitar poderes de la aristocracia. Carlos Mauricio de Talleyrand, uno de los maestros de la diplomacia moderna. Todos ellos hacen parte del esplendente cuadro de una Francia que sirvió de guía al mundo moderno, bien distinta a la galería de mediocres que, con excepciones, solo pueden exhibir la Legión Extranjera en el desfile o parada militar de los 14 de julio.
En años recientes han hipertrofiado su papel en relación con Colombia. A raíz de nuestro conflicto de violencia guerrillera, una ciudadana franco-colombiana, Ingrid Betancourt, fue plagiada por las Farc – 2002-. La acompañaba Clara Rojas, la señora que luego tendría un hijo en cautiverio, de padre guerrillero. Por la nacionalidad de la secuestrada y por las presiones derivadas de los asuntos amorosos palaciegos, el gobierno francés intervino para obtener la liberación de Betancourt y para ello estaba en contacto con alias Rodrigo Granda, apodado como jefe de relaciones internacionales de las Farc. Como era de todos conocido, el gobierno de Chávez protegía –al igual que lo sigue haciendo- los mandos de la guerrilla. El gobierno de Uribe logró la captura de Granda en 2005, en Caracas, no obstante la pataleta chavista.
Simultáneamente el gobierno colombiano gestionaba también la liberación de Betancourt y otros 45 secuestrados, casi todos miembros de la Fuerza Pública. El Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, medió ante Uribe para la libertad de Granda, porque estaba seguro de que con este gesto lograría convencer a las Farc de una actitud similar con los secuestrados. Uribe, por su parte trataba de negociar con esa misma guerrilla una zona desmilitarizada, municipios de Pradera y Florida, en la cordillera central, para efectos de negociación e iniciación de diálogos de paz, comenzando por la liberación de los plagiados. Sarkozy puso en Bogotá un avión hospital con emisarios, que nunca pudo cumplir su misión. Pero obtuvo la excarcelación de Granda que salió hacia la sede del Episcopado colombiano. Las Farc se tragaron la carnada, pero perderían la partida, pues luego triunfaría la Operación Jaque.
Existía, a la vez, una autorización de gestión a dos mediadores europeos, Jean Pierre Gontard (suizo) y Noel Sáenz (francés). Cuenta Henry Acosta, El Hombre Clave, en un libro que no tiene índice, que “hubo muchos episodios donde pesaba más la ingenuidad y la imprudencia de ellos que la mesura, la eficiencia y la malicia que se debe tener para estas tareas. Episodios como la supuesta liberación de Ingrid en el Amazonas brasileño, cuando trajeron un avión con muchas autoridades francesas”.
El ridículo rondaba a los franceses en la labor de rescatar a la ciudadana Betancourt que, contra las recomendaciones de la Fuerza Pública, se internó en territorios de las Farc a sabiendas del peligro. A lo mejor lo buscaba, para dar un golpe de propaganda, como es propio del can-can político.
Cuenta el libro citado que a raíz del conocimiento que tuvo el Gobernador del Valle, Angelino Garzón, de la búsqueda del Gobierno de Uribe para obtener la liberación de los secuestrados y quizás comenzar conversaciones de paz. Garzón se apoderó de la coyuntura y las comunicaciones secretas del Alto Comisionado por la Paz, Luis Carlos Restrepo. Viajó Garzón a Europa a rehacer los contactos y a su reosrtregreso le entregó a Henry Acosta un documento de su propia inspiración para las Farc, donde se registran estos puntos: 1. Liberación de las secuestradas.2. Francia propiciaría la creación de una oficina en Paris. 3. Crear una mesa de diálogo compuesta por tres franceses y tres colombianos. 4. “Es recomendable que aún no sean conocidas por el alto gobierno”. Al final Angelino le dijo a Henry Acosta, mediador en el proceso: “Lleve esto, pero por favor, no le cuente al Doctor Luis Carlos Restrepo”. A espaldas del Gobierno nacional, Garzón y los franceses, cometían un acto de deslealtad.
Ahora es Francisco Hollande. Vino a supervisar cómo están gastando, o se gastaría, el fondo internacional que tratan de acordar el gobierno colombiano y la Unión Europea. Desconocemos lo que hayan tratado en forma privada la tripartita Farc-Santos-Catatumbo. Sabemos que Francia ha servido, tácticamente, para opacar en Colombia el comienzo de la era Trump, que no parece ser de la simpatía de la era santista. Ojalá entiendan en la potencia del norte que Andrés Felipe Arias no es el delincuente que persigue la Corte ni el ladrón que quiere cazar Santos con el temible almirante que dirige la agencia de inteligencia.