Por: Fabio Humberto Rivera
Las opiniones expresadas en esta columna, son responsabilidad de su autor
Las encuestas le han hecho mucho daño al proceso electoral al direccionar el voto útil hacia unos candidatos. Éstas no pueden incluir sólo el deseo en la intención de voto, deben asegurarse de que esa persona que dice que va a votar efectivamente pueda hacerlo.
En Colombia muchas personas no podrán votar el 30 de mayo, por ejemplo aquellas quienes siendo adultas y no tienen la cédula inscrita o que se les perdió; tampoco las que están condenadas.
Los desplazados que han llegado a las ciudades y que en las elecciones pasadas no votaron allí, no podrán hacerlo si no se inscribieron en los últimos meses, salvo que regresen a votar donde lo hicieron antes, en sus respectivas regiones. Estos últimos casos representan un número muy grande, se habla de millones, claro que para descalificar este argumento muchos dirán que son pocos los desplazados.
Tampoco podrán ejercer el derecho al voto los jóvenes que tramitaron sus cédulas después del primero de febrero de 2010; ni aquellos que tramitaron la cédula antes del 29 de enero de 2010 y a la fecha no la han reclamado.
En cuanto a la participación en la ciudad, no podrán asistir a las urnas de Medellín todos aquellos que fueron trastiados a los municipios en las pasadas elecciones regionales y no se inscribieron el año pasado; también tendrán dificultades los habitantes de regiones apartadas, los enfermos y los adultos mayores, además no podrán participar aquellos mayores de edad que nunca han votado y nunca se han inscrito.
En fin, son millones de colombianos los que no van a votar pero las encuestas vienen afirmando que todos lo van a hacer.
No sobra recordar que en los países donde el voto es obligatorio sólo se logran votaciones cercanas al 90% de la población electoral, pero en Colombia, en el mejor de los casos se puede llegar a un 60% de participación.
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