Jorge Enrique Vélez G.

Cuando Rodrigo de Bastidas llegó a las costas colombianas y quiso conocer nuestro territorio encontró que la forma más fácil de hacerlo era adentrándose por las aguas del Río grande de la Magdalena, como el lo llamó.

Inició su recorrido desde Bocas de Ceniza hasta el interior de nuestro territorio y lo que éste encontró, fue una cantidad de aborígenes que se desplazaban en chalupas por todo el río llevando sus alimentos y sus mercaderías.

Hago esta recordación histórica para tratar de entender como hoy, después de varios siglos, nosotros  hemos hecho del río  la cloaca  de todos los colombianos y en un eje que recorre nuestro país regando la pobreza a lo largo de su riberas, convirtiéndose en un problema más para sus pobladores y no lo que debería ser, el río amigo, como lo consideraban los  indígenas de la parte baja de Colombia.

Amigos, déjenme hacerles algunos comentarios para que reflexionemos sobre la oportunidad que tenemos los colombianos,  si todos nos unimos para que este sea el gran eje de desarrollo del país.

Con las cifras que les voy a presentar se darán cuenta que por  ejemplo, si el transporte en Colombia lo moviéramos por esta vía, tendríamos grandes beneficios en el desarrollo del sector carbonífero del centro del país, el trasporte de contenedores y todo el trasporte a granel, veamos los siguientes  datos estadísticos, que sustentarían mi apreciación:

Para mover 7.200 toneladas de carga, necesitaríamos un remolcador con 6 botes;  si lo hiciéramos por tren necesitaríamos 205 vagones  y al emplear el transporte terrestre necesitaríamos 240 tractomulas.

Pues bien, si hacemos la ecuación en el consumo  de combustibles las cifras son contundentes, el transporte  fluvial requiere 2.500 litros de combustible, por vía  férrea se necesitan 7.500 litros de combustible y el transporte en tracto mula emplearía 5.000 litros. Como ustedes pueden ver, el trasporte por el río es el más eficiente  y rentable cuando de carga seca se trata.

Pero por ahora, lo más importante, es que para recuperar el río y su navegabilidad, desde Puerto Salgar hasta Barranquilla se requiere un inversión de de 600 millones de dólares, muy distinto a lo que sería la inversión en la construcción de las famosas dobles calzadas y la recuperación del ferrocarril que pasara paradójicamente  por la orilla del mismo río; donde las inversiones son mucho más cuantiosas que la recuperación de la navegabilidad  del río.

Esto sería un solo ítem en cuanto a los beneficios que nos traería la recuperación de la más importante arteria fluvial de nuestro país. El tema de generación de energía, es otro aspecto que debemos tener en cuenta; por las mismas corrientes que posee el río se podría generar una gran cantidad de hidroeléctricas a menor costo de lo que están avaluados otros proyectos que se llevarían a cabo en lugares diferentes al Río Magdalena y que producirían la misma  cantidad de energía  que se obtendría de éste.

Sin lugar a dudas si recuperamos la oxigenación del río como ya lo hicieron los alemanes con el Rhin, que era otra cloaca igual al Río Magdalena, estaríamos salvando no sólo la vida de  muchas especies, como el coroncoro, el pez insignia de nuestro país que volvería a recuperar su espacio; sino que familias de 18 departamentos que antes se beneficiaban del río,  puedan recuperar su fuente de trabajo y sustento; éste sería nuevamente la gran despensa alimentaria no solo para los ribereños, sino para todo Colombia.

Recordemos que esta cuenca es patrimonio de los colombianos y es hora de que al igual que lo hizo en su momento Rodrigo de Bastidas, miremos al Río Magdalena como nuestro principal eje de desarrollo en la economía nacional.

"Por lo único que quisiera volver a ser niño es para viajar otra vez en un buque por el Río Magdalena. Quienes no lo hicieron en aquellos tiempos no pueden ni siquiera imaginarse como era…"

Gabriel García Márquez