Edwin Franco

Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría

Todavía no acaba este de gobierno de convencer sobre los acuerdos de paz firmados a las carreras con la guerrilla, porque como se sabe se pasó por la faja la voluntad popular, que el día 2 de octubre de 2016 votó a favor del No, en el plebiscito que Santos jamás olvidará, a lo que hay que sumarle el descontento popular por el incremento del IVA del 16% al 19% y el reciente escándalo de corrupción donde la multinacional brasileña Odebrecht, al parecer, habría financiado las campañas presidenciales del actual mandatario y de su rival Oscar Iván Zuluaga, entre otros muchos lunares negros y bien grandes, y no tiene desparpajo ahora en presentar una reforma política con el pretexto dizque para articular las mismas con la implementación de los acuerdos de paz, como si esas reformas, ciertamente necesarias, pero inconvenientes en este momento, se debieran tramitar bajo el mecanismo del fast track, que es lo que en últimas se pretende.   El pobre Ministro del Interior, al que según senadores del partido de gobierno, nadie le para bolas porque parece un senador más y le preocupa es su precandidatura presidencial, la cual evidentemente no seduce ni a su familia, ha presentado un paquete de propuestas que se reducen a las siguientes:   permitir que los menores de 16 años puedan ejercer el derecho al voto, ampliar el período presidencial a 5 años, incluyendo los titulares de los organismos de control, instaurar el voto obligatorio, eliminar la figura del vicepresidente y retornar a la del Designado, financiación por parte del estado de campañas, terminar con el voto preferente y que existan listas cerradas al congreso.   Varias son las razones que ha esgrimido el titular de la cartera política para justificar tan inoportuna iniciativa:   permitiendo que los menores de 16 años ejerzan el derecho al voto y estableciendo este como obligatorio se combate el abstencionismo y que con la financiación estatal de las campañas y la listas cerradas al congreso se combate de manera efectiva la corrupción.   Sobre la ampliación del período presidencial poco se le ha oído decir, pero sería catastrófico, un mal presidente tenerlo que aguantar 4 años es bastante, imagínense 5.

Expertos opinan que lo que realmente hay detrás son dos cosas: colocar una cortina de humo en un momento en que el presidente tiene una imagen favorable del 24% y una desfavorable del 72% (por muy premio nobel que sea), no solo debido a su mala gestión, sino al escándalo de corrupción de Odebrecht que ya le tocó la puerta, sino de aprovechar la vía rápida para tramitar proyectos en el congreso, mecanismo conocido como fast track, necesario en coyunturas como la de Colombia, pues que para implementar un proceso de paz debe existir un mecanismo expedito para expedir leyes en el parlamento, y por esta vía evitar los necesarios consensos y discusiones en unos temas de tanta trascendencia e importancia.  Es verdad que se necesita limpiar la manera de hacer política y combatir la corrupción, pero se torna en inoportuna la propuesta.

Pretender combatir la abstención mediante el voto obligatorio y la posibilidad de que menores de 16 años lo puedan hacer, creyendo que obteniendo por este medio más votos, lo que según expertos no es seguro, se legitimaría más la democracia, los partidos políticos y por supuesto, los elegidos.  Nada más equivocado.  Sacar a la gente a votar a la brava no genera los efectos deseados.  El descrédito por quienes hacen parte de las instituciones públicas, especialmente los de elección popular, es cada día mayor y las razones están a la vista de cualquiera. No pueden pretender que una mayor cantidad de votos los legitime, tienen que legitimarse ellos mismos, siendo más decentes, más honestos, cambiando sus hábitos políticos, no prometer lo que no pueden.  El día que esto intente cambiar, ese día la ciudadanía, sino orgullosa, por lo menos tratando de creer en sus dirigentes, saldrá masivamente a las urnas a manifestar que tales o cuales personas son dignas de recibir su voto y de representarla.