Por: Gabriel Zapata Correa

Siempre hemos escuchado con frecuencia las múltiples quejas de los profesionales de distintas áreas, porque invierten millonarias sumas de dinero para culminar una carrera universitaria o tecnológica y una vez incursionan en el mercado laboral se llevan una profunda decepción por la pírrica remuneración que le ofrecen.

Datos del Ministerio de Educación, específicamente del observatorio laboral para la educación que presentó los perfiles académicos y la vinculación laboral de los graduados en el período 2001 – 2008, es decir, de los últimos siete años, muestran una tendencia a la disminución en la remuneración de los profesionales. La Ministra del Ramo reconoció crisis en el salario que comienzan ganando los nuevos profesionales. Por ejemplo, el Ingreso Base de Cotización (IBC) de los recién graduados en 2005 que entraron a trabajar en 2006 era de 1’616.998 pesos, mientras que el IBC de los universitarios que se graduaron en 2007 y empezaron a trabajar en 2008 era de 1’528.679 pesos y esta cifra infortunadamente en muchos casos continúo a la baja, como que hoy encontramos profesionales con emolumentos que no superan el millón de pesos.

El panorama anteriormente descrito y las actuales condiciones de los profesionales y tecnólogos con título acreditado, fue el que me impulsó a presentar un proyecto de ley  que establece un salario básico para profesionales y tecnólogos con titulo acreditado equivalente a tres (3) salarios mínimos legales mensuales vigentes.  La aprobación de esta ley garantizaría un salario digno para estos profesionales, quienes muchas veces tienen que optar por laborar en varios sitios y en cualquier empleo para poder compensar los bajos salarios.

Nuestros profesionales hacen enormes esfuerzos por capacitarse y especializarse, pero si no les ofrecemos los recursos básicos necesarios, sin lugar a dudas habrá  una desmotivación en las aulas de clases y por fuera de ellas; incluso una posible deserción de alumnos, quienes llegan a las universidades llenos de sueños e ilusiones, pero que más tarde se encuentran con la dura realidad del mercado laboral.