Por: Edwin Alejandro Franco Santamaría
La semana pasada la Fiscalía General de la Nación compulsó copias a la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia para que se investigue la presunta participación de algunos senadores en el escándalo de Odebrecht, entre ellos Armando Benedetti, el locuaz, antipático y defensor de Santos y de su proceso de paz. No fue sino que se enterara de la noticia para que se viniera con esa verborrea que lo caracteriza y se despachara en contra de Néstor Humberto Martínez, el fiscal general; de Germán Vargas Lleras y de su hermano, Enrique, y hasta el mismo Santos fue, indirectamente, blanco de sus desagradables comentarios. Todo porque el señor Federico Gaviria, detenido por el mencionado escándalo, lo señaló de pertenecer al cartel de los buldócer, que fue la denominación que les dió a esos senadores Luiz Bueno, quien presidía la multinacional en Colombia.
A Néstor Humberto Martínez lo tildó de “rufián”, “desleal” y “perverso”. A Vargas Lleras lo llamó “facineroso”, “ladrón” y “bandido”, y hasta llegó a insinuar que tenía vínculos con los paramilitares y que no había tenido compromiso de carácter penal, porque contó con la ayuda del hoy investigado José Leonidas Bustos siendo todavía magistrado de la Corte Suprema. También afirmó que no sabía quién mandaba en la Casa de Nariño, si Santos o Vargas Lleras. Sabe Dios qué más cosas sabrá de Santos y si se atreva a decirlas, porque si con solo enterarse que le compulsaron copias a la Corte para que lo investiguen ha soltado estas perlas sobre el presidente de la república, no me quiero ni imaginar cuando lo llamen a indagatoria o le expidan una orden de captura con esos fines. Cuánto tendrán qué decir Bernardo “Noño” Elías y Musa Besaile del jefe del estado, pero todavía no lo han hecho o tal vez no se atrevan a hacerlo, porque no debe olvidarse que con más de 300.000 votos que entre los dos le pusieron para la reelección, esto terminó sellando su suerte y obteniendo de nuevo la presidencia.
Otro que también sabe cosas del presidente y al que todavía la justicia no le ha echado el guante, es Roberto Prieto. En unas interceptaciones telefónicas que le hizo la fiscalía y que fueron hechas públicas, algunas, por el periódico El Espectador hace unos días, el mencionado dice que lo quieren cazar para que hable, “y entonces Santos se cae”.
Como puede verse hay personas que conocen muchas cosas del presidente y obviamente no las van a decir, pero por lo que ha venido ocurriendo algo han dejado entrever. La experiencia nos ha enseñado que cuando hay cárcel de por medio los encartados optan por delatar y obtener beneficios, pero no creo que señalen al presidente. Poco a poco se va descubriendo que el presidente no es tan santo como su apellido (bueno, eso se sabía a los pocos días de posesionarse como presidente en el 2010) y que tiene pecados, muchos, que en otro lugar darían para destitución o renuncia, pero no se puede ser ingenuo, estas cosas en Colombia no pasan. En varias ocasiones lo hemos oído decir que ninguno de sus funcionarios está vinculado con escándalos de corrupción, ni ninguno está en la cárcel, en clara alusión a quien lo precedió en el cargo. Ahí están en capilla Luis Fernando Andrade, ex director de la Agencia Nacional de Infraestructura, a quien le van a imputar cargos y solicitar medida de aseguramiento por el tema Odebrecht; Alfonso Prada, su secretario general y antes director del Sena, se le avecinan investigaciones de distinto orden, por las denuncias de quien lo sucedió en el cargo, María Andrea Nieto, nada más y nada menos que por asuntos de corrupción en materia de contratación, como el haberle adjudicado a dedo a su compañera sentimental un contrato por 18.000 millones de pesos, que a su vez subcontrató para cumplir con el objeto del mismo por 3.000 millones. Qué pasó con los otros 15.000? Más claro no canta un gallo.
Entonces de su gobierno y cercanos a usted, rabo de paja tienen muchos, señor presidente.