Ramón Elejalde

ramone@une.net.co  

El 21 de junio de 1918 los jóvenes de la provincia de Córdoba (Argentina), proclaman una reforma universitaria sustentada en el cogobierno, algo así como entregarles a los estudiantes y a los profesores la designación de las autoridades universitarias y de los catedráticos de las mismas. Esa histórica decisión sirvió de sustento para que en el año de 1966, un grupo de colombianos, rebeldes frente a la actuación autoritaria que se padecía en las Universidades de Antioquia y de Medellín, fundaran la Universidad Autónoma Latinoamericana. Fue el contundente rechazo al “Yo mando aquí”. Fue el triunfo de la participación frente al totalitarismo.

 

El Manifiesto de Córdoba ha sido el marco institucional que durante 42 años ha guiado exitosamente a la Universidad Autónoma Latinoamericana. Sus rectores, sus decanos y sus profesores han sido designados por un Consejo Superior Universitario, los primeros y por un consejo de facultad, los otros, corporaciones en las que están representados paritariamente alumnos y profesores. Eso ha garantizado democracia, representatividad, participación y formación democrática.  Hoy la Universidad tiene a distinguidos egresados en posiciones de privilegio. El Congreso, las altas cortes, alcaldías, la de Medellín, por ejemplo, son instituciones que han dado albergue a ex alumnos de la Universidad Autónoma. Este centro docente lleva 42 años de paz y de convivencia. La experiencia de Córdoba (Argentina) ha funcionado.  

 

Lamentablemente los mismos fundadores, ya hoy abuelos muchos de ellos, renegaron de la gran conquista y están en proceso de sacar el cogobierno de la Universidad por la puerta de atrás. Los mismos fundadores  van a designar el rector, una atribución que en aras de respetar el Manifiesto no se abrogaron en su juventud; el rector va a designar  los decanos, y éstos,  los profesores. Una estructura piramidal, mandada a recoger en la vida universitaria y en la administración moderna. Mientras en todos los centros de educación superior de Colombia se democratiza la elección de las autoridades universitarias, en la Universidad que dio ejemplo de participación y democracia, vamos a retroceder en el tiempo. Una lástima cuando lo vigente viene funcionando. 

 

 Se dice que todo se hace para modernizar la Universidad. De acuerdo que este querido centro requiere un timonazo, pero no puede ser dándole en el corazón a lo que ha funcionado bien, a lo que con orgullo exhibimos en todas partes. Volver a los reyezuelos que los fundadores criticaron en las Universidades de Medellín y de Antioquia hace 42 años, es un retroceso imperdonable. Otra engañifa es decir que el cogobierno continúa, eso en la teoría resulta cierto, pero en la práctica lo que estamos acabando es con el epicentro del cogobierno. Claro el Manifiesto de Córdoba en este campo: “La juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo aún de contaminarse. No se equivoca nunca en la elección de sus propios maestros. Ante los jóvenes no se hace mérito adulando o comprando. Hay que dejar que ellos mismos elijan sus maestros y directores, seguros de que el acierto ha de coronar sus determinaciones. En adelante, sólo podrán ser maestros en la república universitaria los verdaderos constructores de almas, los creadores de verdad, de belleza y de bien  (…) La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa”.  

 

Todos los alumnos y casi todos los profesores hacemos ingentes esfuerzos por que los fundadores sostengan la columna vertebral de la Universidad, recapaciten y entiendan que la mismísima acta de creación de la Autónoma Latinoamericana estipuló que el espíritu del Manifiesto de Córdoba, era inalterable.  ¡Que la sabiduría los ilumine!