Por: Jorge Enrique Robledo
¿Cómo ve a Colombia en ciencia y tecnología?, le preguntaron a Rodolfo Llinás, uno de los pocos compatriotas que trabajan en la vanguardia del conocimiento universal. “Mal”, respondió, y agregó: “El nivel de la educación en Colombia es más bajo de lo que debiera ser, dada la inteligencia natural de los colombianos (…) el número de profesionales de la ciencia, ante el concierto de los países, sigue siendo comparativamente bajo. Colombia no está dando todo lo que puede dar desde el punto de vista humano”.
Y agregó algo más negativo. “Dado el incremento de la capacidad de otros países estamos empeorando. Oigo con frecuencia ‘estamos mejorando paulatinamente’ y eso no es verdad, nos estamos quedando atrás comparativamente”, realidad que se constata al comparar la complejidad de los aparatos productivos, de hoy y de hace un siglo, de Colombia y de Estados Unidos, Europa y Japón, al igual que los aportes respectivos a la ciencia y el conocimiento.
Llinás también sintetizó el inmenso daño que les provoca a las naciones no adentrarse en el mundo de la ciencia y la tecnología complejas: “La riqueza de un país se mide por el valor del capital humano. Las riquezas naturales se pueden ganar o perder (ejemplo: el petróleo)”, como con dolor lo confirmamos los colombianos. “La riqueza básica de un país está dada por el nivel intelectual de su población (…) La educación, la ciencia y la tecnología son y han sido siempre la base del desarrollo de las civilizaciones humanas”, verdades que conocen de sobra pero que no orientan las decisiones de quienes han gobernado a Colombia.
Señaló asimismo otra verdad que ha sido cuidadosamente escondida por quienes han mal dirigido el país: “Es necesario” que haya más recursos para la educación, pero con agudeza agregó Llinás que ello “no es suficiente”, porque si no hay cómo aplicar esos conocimientos en Colombia, “la única opción es irse del país”, como bien lo saben tantos jóvenes que, frustrados, se van al exterior, expulsados de su Patria por quienes nos imponen decisiones como las de los TLC. E indicó las causas por las que “nuestros científicos no pueden ser fantásticos. No porque falte capacidad, sino porque simplemente no existe el interés ni la voluntad social y política necesaria para sostener un eje científico fuerte” (http://bit.ly/2nnCeCC).
Como otra evidencia de lo que ocurre, el gobierno de Santos, aunque aduzca lo contrario, mantiene la misma y mala línea de sus antecesores sobre estos tópicos. Así lo confirma que la plata para ciencia de la Ley de Regalías, que tanto cacareó, no llegue completa a ese objetivo porque, primero, el Ministerio de Educación y Colciencias permitieron que fuera convertida en mermelada clientelista o que no se ejecutara y porque, de un plumazo, pretenden quitarle, por lo menos, 1.3 billones para otros asuntos.
Hasta en el ridículo terminó el anunciado Conpes sobre ciencia, con el que, siguiendo las órdenes ventajistas de la OCDE, intentaron meter otras políticas. Y que cuando recibió el rechazo de la comunidad científica nacional, en vez de atenderle sus razones y modificarlo, lo engavetaron, seguramente con el propósito de dejarlo para más adelante, cuando puedan coger al país descuidado (http://bit.ly/2oSb188).
Pero lo peor de esta historia es el silencio que ha caído sobre ella. Se convirtieron en burla los recursos para ciencia de la Ley de Regalías y desapareció hasta el propósito de aprobar una política sobre ciencia para Colombia, en uno de los países científicamente más atrasados del mundo, ¡y si alguna mención hubo en los medios fue marginal! ¡Casi que cero información, que cero debate, que cero crítica!, con lo que se confirma el poder del mal gobierno y hasta donde ha llegado esa especie de lavado de cerebro que se les ha venido practicando a los colombianos, una lobotomía que en la práctica les impide hablar de temas de importancia capital como este, mientras que unos pocos, a quienes no les generan graves sufrimientos el atraso nacional, con el respaldo de abundante corrupción, se apoderan de una parte desproporcionada de la muy poca riqueza que crea el país.
Coletilla: el 21 de marzo recusé al Fiscal para actuar sobre el caso de la corrupción de Odebrecht, dados sus vínculos con los implicados, y además le hice varias preguntas al respecto. Y aunque ya se le vencieron los términos legales, nada me ha respondido. Otra razón más para considerar que no puede ser Fiscal quien además miente y, en actitud despótica, ni siquiera responde los requerimientos ciudadanos y legales (http://bit.ly/2oS9dvW y http://bit.ly/2nxc7pA).
Bogotá, 7 de abril de 2017.