Por: Luis Bernardo Vélez
Estas frases estremecen, “qué vamos a hacer”, “para dónde nos vamos”, “cómo me conseguiré la comida”, “sólo saqué una muda de ropa”, “tengo lo que llevo puesto”, “Mi vida entera se quedó donde vivía” y conmueven, porque representan el dolor del desarraigo que viven cientos de personas en una historia que lamentablemente se vive con más frecuencia, no sólo en Medellín sino en las principales ciudades del país: el desplazamiento forzado intraurbano. Aquel que se da al interior de la ciudad, de un barrio a otro e incluso de una cuadra a otra de acuerdo con las lógicas de dominio del territorio, que tenga un actor armado ilegal.
El accionar de grupos armados ilegales que operan en los barrios de distintas comunas también es cada vez mayor, mostrando que estamos frente a una realidad compleja, una reconfiguración de la economía ilegal basada en el narcotráfico y con ésta, la recomposición constante de “patronatos” y dominios de grupos generadores de violencias, que por medio de homicidios, amenazas, reclutamiento de menores de edad y extorsiones, cometen este crimen de lesa humanidad.
Ejemplo de esto es la comuna trece, justo donde hoy se está dando el escenario más violento de Medellín existe el mayor índice de desplazamiento en este año, con 124 declaraciones. A ésta le sigue la comuna uno con 100 declaraciones.
Y no sólo es en estas comunas, pues son muchas las familias que en lo corrido del año, se han visto obligadas a salir de los lugares que consideraban sus hogares. Los datos hielan y evidencian que es un asunto que debe ser asumido con suma seriedad en esta ciudad. Según la Personería de Medellín, el año pasado tuvimos 698 declaraciones de desplazamiento intraurbano y en el 2010 al 31 de mayo, van 474 casos.
A esta salida caracterizada por la angustia, el abandono, el miedo incontrolable y la pérdida tanto de lo bienes materiales como de aquellas dinámicas sociales que en su conjunto daban un significado y lugar en su comunidad, se le suma la situación social donde se produce el desplazamiento, bien sea individual, familiar, colectivo o masivo, se encuentra que las condiciones socioeconómicas de la población son precarias, y esto sin duda las hace más vulnerables no sólo ante la delincuencia organizada, sino ante la perpetuación de la pobreza.
Otro aspecto relevante es la seguridad de estas personas, pues irse a otro barrio es una opción, no obstante los riesgos son más altos que los desplazamientos intermunicipales al estar en la misma ciudad del victimario. En este punto, las políticas de prevención han sido inoportunas e ineficaces desde la prevención y protección a personas que están en alto riesgo, y si bien la Administración Municipal cuenta con una estrategia para ellos y es innegable su esfuerzo a favor de la seguridad, el nivel nacional es casi ausente y ha descargado la responsabilidad en el ente territorial.
Frente a este drama humanitario, se requieren claridades, compromisos pero sobre todo soluciones coordinadas y equilibradas entre las entidades locales, departamentales y nacionales. La inseguridad y las violencias en nuestros barrios son un laberinto del que debemos salir juntos. Medellín ya cuenta con la Política Pública para la prevención del desplazamiento forzado, hoy es urgente que revisemos su contenido para incluir y enfrentar la realidad del desplazamiento intraurbano.
PD: Sea esta la oportunidad de reiterar mi rechazo a los hechos que resultaron en el ataque a la integridad del Presidente del Concejo de Medellín, Jhon Jaime Moncada Ospina. ¡Votos por su recuperación!