Jorge Gómez Gallego

Por: Jorge Gómez Gallego

Con frecuencia se afirma en los mentideros políticos que gobernar para mejorar la calidad de la educación no genera réditos electorales, en primer lugar porque los resultados no se pueden hacer visibles fácilmente, y porque el impacto real únicamente se obtiene en el mediano y largo plazo. Por tal razón, los políticos tradicionales o “anticuados” han preferido encauzar los magros recursos públicos hacia obras de cemento, de tal forma que en su periodo de gobierno se lleve a cabo la mayor cantidad de inauguraciones de puentes, edificios o carreteras posible, desde luego acompañadas del más grande despliegue mediático.

Pero un político “moderno” llamado Sergio Fajardo, añadió a esa verdad sabida por los  politiqueros tradicionales, que si bien la inversión en el mejoramiento de la calidad educativa no da votos, transmitir a los ciudadanos la sensación de que se está trabajando en esa dirección, aunque sea contra toda evidencia, si los da y en abundancia.

El truco se fundamente en un raciocinio relativamente sencillo: si es tan difícil evidenciar de manera nítida el mejoramiento de la calidad educativa, sucede lo mismo con la ocurrencia de lo contrario. Y este político “moderno” llegó más allá, aprendió a combinar la transmisión de la sensación de mejoramiento de la eficacia formativa, mediante intensas campañas mediáticas financiadas con los recursos públicos, con las obras monumentales de  cemento.

Durante su paso de 8 años por la Alcaldía de Medellín, sumados los 4 en que gobernó él y los otros 4 que lo hizo en cuerpo ajeno con Alonso Salazar, se hicieron cuantiosas inversiones en “colegios de calidad” y en bibliotecas, obras de cemento que se inauguraron con un estrambótico despliegue publicitario. El más notorio de estos eventos fue el de la Biblioteca España, en la zona nororiental de Medellín, el cual no solo contó con la presencia del mismísimo Rey de España sino con la del reelecto Presidente Uribe. Ya todos sabemos lo que pasó con esa biblioteca, terminada a troncas y a mochas razón por la cual hoy su reparación cuesta casi lo mismo que su construcción.

En los 3 años al frente de la Gobernación de Antioquia ha desplegado a través de los grandes medios masivos de comunicación nacionales, pero especialmente en virtud del uso indebido del canal regional Teleantioquia, una intensa campaña publicitaria con los parques educativos, de los que ha proyectado 80 pero no ha inaugurado ni la décima parte, dejando el grueso de la parafernalia para el periodo electoral del 2015, para que sirva de “entorno protector” al candidato del continuismo.

También ha abusado con una suerte de reality denominado “olimpiadas del conocimiento”, competencia que premia a los jóvenes que entreguen las respuestas más correctas frente a cámaras y reflectores, con eliminatorias en las subregiones transmitidas en vivo y en directo y una gran final en Medellín igualmente transmitida en horario triple A, pero en el que además se hace hasta concurso de barras. Estas y otras triquiñuelas publicitarias, transmiten la imagen al desprevenido y desinformado ciudadano de un mandatario regional que guía a nuestra querida comarca paisa al podio de “la más educada”.

Pero cómo tarde que temprano todo se sabe, este decimoprimer año de gobierno fajardista en Medellín y Antioquia ha sido fatal para su pretensión de engañar a la ciudadanía. Todas las evaluaciones, los análisis y clasificaciones conocidas sobre el desempeño de nuestros estudiantes dan cuenta de un grave retroceso, pero más que eso, preocupante para el porvenir de nuestros jóvenes.

Los datos que prueban estas afirmaciones, las podrá usted encontrar en este link (http://goo.gl/3C3wr8). Según el ranking elaborado por la Revista Dinero, el primer colegio público de Medellín en las pruebas Saber de este año (antiguas pruebas del ICFES), se ubica en la posición 516 y el primero entre las instituciones educativas de los municipios no certificados de Antioquia – que son los que competen a la Gobernación – se ubica en el poco honroso puesto 639. “La más educada” no clasificó en las pruebas saber siquiera entre las 10 mejores, ocupó un deshonroso puesto 13 por departamentos, y su capital, que con 8 años de acción para ser también la capital “más educada”, llegó escasamente al puesto 28 entre todos los municipios de Colombia.

En el reciente estudio conocido sobre el índice departamental de competitividad, realizado por la Universidad del Rosario, a Antioquia le fue bastante mal, pero en el tema específico de educación básica y media, le fue peor. En el  total de educación básica y media pasamos del puesto 4° en el año anterior al 7° en este. En calidad  pasamos de 6° al puesto 12. Solamente subimos en cobertura en secundaria una cifra insignificante, de 8.31 puntos, pasamos a 8.34.

Las clasificaciones hechas por la revista y la universidad mencionadas, han sido cuestionadas y descalificadas por funcionarios de los gobiernos de Antioquia y Medellín y por el propio político “moderno”, pero si estas clasificaciones son acciones que corresponden a unas metodologías que pueden ser discutibles, los resultados cuantitativos son contundentes. En todos los registros  acerca del puntaje de los estudiantes antioqueños asignatura por asignatura, Antioquia cae en cantidades alarmantes con respecto a los resultados de las mismas pruebas en años anteriores. El estudio que realizó la Organización Colombiana de Estudiantes (OCE), que no es un análisis cualitativo, sino un cotejo de resultados comparables año a año, entre 2011 y 2014, resulta una prueba indiscutibles. Antioquia “la más educada”, perdió el año. Perdón, perdió los 3 años. La aguja de la calidad no ha subido ni siquiera un puntico, al contrario cae de forma estrepitosa (http://goo.gl/T0L1PH).

Definitivamente es más fácil y productivo, desde el punto de vista electoral, hacer creer que la educación mejora utilizando un ensordecedor ruido mediático, que mejorarla efectivamente de manera honrada, efectiva y silenciosa. Es tan fructífero el método, que la Ministra Parody y el propio Santos, le han pedido prestado el eslogan.

En esta materia, Sergio Fajardo compite con Santos en su capacidad de engaño y definitivamente puede ser catalogado como un político – o politiquero – bastante “creativo” y “moderno”.