Por: Margarita Restrepo
Es esperanzador que, con la Navidad, haya coincidido el inicio de la distribución de la anhelada vacuna contra el Covid-19, enfermedad que puso en jaque a la humanidad en este año que marcará para siempre la historia del mundo entero.
Como todas las pandemias que se han registrado en el tiempo, esta nos llegó intempestivamente, sin que estuviéramos preparados para atender sus efectos, en todos los ámbitos.
Nuestro sistema de salud no contaba con los equipos suficientes, específicamente con los célebres ventiladores. El gobierno, hay que reconocerlo con toda generosidad y objetividad, en tiempo récord puso en marcha un plan para hacerle frente a la contingencia, destinando los recursos necesarios para la adquisición de los vitales equipos.
Todos los países del planeta pujaban por los respiradores y Colombia pudo acceder a un número significativo de ellos.
Hace 12 meses, las perspectivas económicas para el 2020 eran absolutamente esperanzadoras. La política macroeconómica del gobierno Duque y sus planes de crecimiento permitían prever que este sería el año de la recuperación de nuestra economía.
La pandemia paralizó el aparato productivo en cuestión de semanas. Las empresas se vieron forzadas a cerrar, los comercios -grandes, medianos y pequeños-, cerraron sus puertas. El desempleo se disparó, generando un empobrecimiento preocupantemente acelerado.
Hace poco, leí un estupendo ensayo de la epidemióloga estadounidense Jennifer Nuzzo, publicado en la prestigiosa revista ‘Foreign Affairs’ en el que se hace una radiografía general de los efectos del Covid-19. Según la autora, la economía global se contrajo en un 5%. Estados Unidos ha experimentado una reducción en su productividad que traducido en dinero significa una pérdida de U$16 billones de dólares.
Así mismo, se estima que 150 millones de personas en el planeta entraron en la franja de la pobreza extrema, como consecuencia directa de la pandemia.
Las grandes crisis son estímulos para la humanidad. La comunidad científica no se amilanó frente al inmenso desafío y desde el mismo instante en que la Organización Mundial de la Salud decretó formalmente la existencia de una pandemia, los mejores laboratorios del mundo se pusieron manos a la obra en procura de una vacuna.
Lo que normalmente pude tardar años, se logró en unos cuantos meses. A finales de la semana pasada, la FDA de los Estados Unidos otorgó la licencia de emergencia con la que se permite la aplicación de la vacuna desarrollada por los laboratorios Pfizer y BioNTech.
Según los expertos, licencia semejante se extenderá en los próximos días al laboratorio Moderna.
El congreso colombiano, en aras de tener todo a punto, agilizó la aprobación de una ley que permite la distribución gratuita de la vacuna, para toda la población, pues la gratuidad sólo era aplicable para procedimientos médicos y vacunaciones de niños de hasta 5 años.
Así que ya estamos listos. Que lleguen rápido las primeras dosis para empezar a aplicarlas en las poblaciones más vulnerables y que el año que viene sea el de la superación de la pandemia.
Es una bendición que con la celebración por el nacimiento del niño Dios, empecemos a ver una luz al final del oscuro túnel del coronavirus.