Por: César Augusto Andrade Moreno
La región actualmente y bajo las circunstancias electorales planteadas en el escenario político para el año 2022, tiene la posibilidad de tener tres representantes a la cámara y un senador. Tal afirmación sustentada en:
- Las curules de paz que revivió la Corte Constitucional y permite a la región competir por una curul asegurada entre las 16 zonas identificadas para esa circunscripción. Está configurada la opción del “TERRITORIO NOS UNE” liderada por Edgar Morales Romaña a la Cámara de Representantes por la circunscripción especial para comunidades negras que otorga dos curules a nivel nacional. También está la opción representada en Walter Salas Quinto en el Partido Verde que al parecer cada día se consolida más. Y otras que hoy no conocemos.
- El potencial electoral de 400 mil votos aproximados (2 o 3 después de la zona metropolitana en Antioquia y por encima de 11 departamentos). Quiere decir que la región tiene la posibilidad de obtener una votación de 250 mil sufragantes (62,5%) en las próximas elecciones al Congreso de la República en el mes de marzo del 2022 y de lo cual no está lejos, toda vez que en 2019 se lograron 231 mil votos para la Asamblea y de estos aproximadamente el 40% fue para los candidatos de Urabá o con algún grado de identidad en ella. Como resultado se eligieron 2 diputados, a pesar que estuvieron en diferentes listas.
En resumen, si por compromiso individual y social con la región, se logra concentrar el 50% de la votación en marzo 2022 para los candidatos que aspiren en representación de la región, existe una gran posibilidad de avanzar y acceder a un espacio en la instancia legislativa.
Sin embargo, es necesario mencionar algunos aspectos que hasta el momento han impedido se concrete esa posibilidad en ocasiones diferentes al proyecto político de “Urabá Grande Unida y en Paz” que consiguió la curul número 13 de 17 en Antioquia y la lista cerrada del Centro Democrático en 2014 donde Wilson Córdoba estando en el quinto lugar, logró ser elegido a la cámara de representantes.
- La fuerte división política generada en convicciones partidistas por encima de los intereses del territorio, pero también por las apetencias personales de algunas familias y líderes que se consideran con poder y exclusivamente dueños de los votos.
- La actitud política de los que han logrado ser alcaldes, en dos sentidos:
A. Cuando están ejerciendo su mandato, se ven obligados a acudir a congresistas de otras regiones (lógica y principalmente porque la región no tiene) para conseguir recursos, lo cual no tendría ninguna connotación, sino implicara amarrar la decisión de dar apoyos a candidatos de la región, dado que por lo general los senadores siempre traen su fórmula de cámara; por ejemplo, hoy vemos que la mayoría de apoyos obedecen a la dinámica electoral, intereses y pretensiones particulares de cada líder.
B. Cuando terminan su periodo no proyectan sus aspiraciones a una instancia superior; dígase asamblea, congreso o gobernación, más bien se atraviesan al candidato a la alcaldía que apoyaron durante su gestión y aspiran nuevamente a regir los destinos del municipio. Eso rompe o detiene la dinámica dentro de su grupo político y terminan distanciados, tal como sucede en varios entes territoriales; por ejemplo, Apartadó y Turbo en este momento. Ah, también los remite a la misma situación considerada en el punto anterior.
En conclusión, existe un perjuicio o atraso en el avance político regional ocasionado en esa costumbre de los alcaldes aspirar a ser reelegidos y no proyectarse en el propósito de ocupar otros espacios regionales o nacionales donde se conviertan en referentes para el progreso socioeconómico, ambiental, político y cultural de Urabá.
Por lo tanto, es imperativo y urgente que la comunidad cierre fronteras, filas y propósitos para salir a votar masivamente por candidatos de la región o arraigo en ella con reconocimiento social, administrativo y político.