Por: Margarita María Restrepo
En las democracias sólidas, quienes ejercen la crítica son receptores de las más amplias garantías para el desarrollo de su accionar político. Cuando existe un esquema de gobierno con oposición programática firme, la sociedad es la mayor beneficiada. Todos ganan. Benjamin Disraeli afirmaba que una oposición temible es la que facilita la solidez del gobierno.
El Centro Democrático es un partido que nació con vocación de poder. Le propuso a los colombianos una plataforma programática que gozó de un amplísimo respaldo en las urnas en 2014.
Para el certamen electoral de este mes, tenemos candidatos en casi todas las regiones de nuestro país. Trabajamos con ahínco para fortalecer nuestra base política a nivel local.
Nosotros no nos oponemos a Juan Manuel Santos por capricho. Nuestro rechazo al Gobierno se sustenta en unos principios doctrinarios que son ampliamente conocidos por la opinión pública.
Merece entonces todo nuestro rechazo la actitud mezquina que ha adoptado el Fiscal General de la Nación, doctor Luis Eduardo Montealegre quien fue ternado por Santos para ocupar el cargo que hoy ostenta.
Montealegre ha abandonado su función de investigar y se ha convertido en un peligroso operador político que abusa de su poder, intimida con investigaciones y señala a diestra y siniestra con total imprudencia e impudicia.
Como ciudadana, como uribista y como Congresista del Centro Democrático, rechazo de la manera más enérgica las recientes declaraciones de Montealegre contra el presidente Uribe, a quien amenazó con llevarlo al “tribunal” que Santos va a confeccionar para limpiar el pasado criminal de las Farc y encarcelar a todo aquel que por una u otra razón se oponga a la farsa que se suscribirá en La Habana.
Pero el abusivo doctor Montealegre fue más allá. Entrometiéndose en la campaña electoral, también hizo anuncios sobre el ex vicepresidente y hoy candidato del Centro Democrático a la alcaldía de Bogotá, Francisco Santos. Sin pruebas, sin evidencias, sin nada en su poder lanzó un misil mediático al sentenciar que Pacho –como cariñosamente lo conoce Colombia entera- es responsable de delitos de lesa humanidad.
Que el Fiscal se meta en las elecciones no es nuevo. ¿Se acuerdan que el año pasado, luego de que Óscar Iván Zuluaga ganara la primera vuelta, hizo el montaje del supuesto hacker? Y la farsa le funcionó porque así fuera a la brava, logró que su nominador y jefe Juan Manuel Santos resultara reelegido.
Para nadie es desconocida la irritación que a Montealegre le producen nuestras ideas. Las abomina y seguramente lo sacan de quicio. Está en todo su derecho a no compartir nuestra doctrina y a enfrentarla pero no desde la Fiscalía. Por eso, lo invito muy cordialmente a que renuncie al cargo, salga a las calles, congregue al pueblo y nos enfrente en el bello campo de la controversia política.
Sin que conozcamos el texto del acuerdo sobre la supuesta justicia que se le impartirá a la guerrilla –con Colombia por cárcel- ya tenemos suficientes indicios para oponernos a él. Resulta inadmisible que los peores genocidas de nuestra historia no pasen un tiempo en la cárcel y resulta aún más inaceptable que se pretenda sentar al ex presidente Uribe y a los más importantes líderes de nuestra corriente ideológica en el banquillo de los acusados.
Y Santos no podrá negar que esa es su estrategia, pues el Ministro de Justicia salió a toda velocidad a ratificar que en efecto el ex presidente Uribe será llevado al “tribunal de paz” por sus acciones como gobernador de Antioquia.
¿Cuáles acciones? ¿Cuáles delitos? Valiente paz la que está construyendo Juan Manuel Santos, fundamentada en la impunidad a los capos de las Farc y en la invención de cargos contra Álvaro Uribe Vélez, el hombre que le devolvió la seguridad y la confianza a Colombia durante los 8 años que estuvo al frente del gobierno nacional.