Por: Gabriel Zapata
Por las últimas determinaciones de suspender las obras del Túnel de Oriente y las Autopistas de la Montaña, pareciera que en el nivel central se estuviera orquestando una campaña en contra de la autonomía regional y del desarrollo vial de Antioquia, pues no de otra manera se entiende que iniciando el año el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Frank Pearl, tomara la decisión de frenar durante 90 días las obras de la conexión vial Aburra – Oriente, según el alto funcionario por dudas en el impacto ambiental. Y ahora, despuntando el segundo mes del año se conoce de la decisión de la Procuraduría de suspender el Proyecto Autopistas de la Montaña. Un anuncio que causó perplejidad y desconcierto.
Ya el sólo anuncio de suspensión de las obras del Túnel de Oriente, es considerado una intervención centralista, por cuanto frena un proyecto cuyos estudios y propuestas iniciales se remiten 45 años atrás, y cuya licencia fue otorgada hace 9 años, según la Corporación Autónoma Regional luego de surtir correctamente los requisitos técnicos y ambientales. Pero que se frene la construcción de 900 kilómetros de vía con la posibilidad de conectar todo el Caribe Suroccidental, Central y Oriental, incluso hasta países vecinos como Venezuela y Panamá, nos parece inadmisible y carente de proporción.
El Ministerio Público objeta la competencia, el costo, el convenio interadministrativo con ISA, la licitación y la posible firma de contrato con interés ilícito por parte de la Alcaldía y la Gobernación, pero cabe recordar que este Megaproyecto ya ha padecido escollos como cuando debió pedir pista en el Plan Nacional de Desarrollo y lograr su inclusión en el Presupuesto Nacional, tarea nada fácil que se logró gracias al esfuerzo y unión de los gobiernos locales y la bancada antioqueña.
La preocupación por las anteriores decisiones es evidente, pues bien se sabe que una de las mayores carencias y restricciones que afecta a nuestro país para competir en un mercado globalizado, es la infraestructura vial. La red de carreteras del país tiene alrededor de 164.000 Km., 16.776 de red primaria, de los cuales sólo un 15% se encuentra pavimentado y por estas vías se moviliza el 80% de la carga entre mercados internos, como, hacia y desde los puertos de exportación. Con estas cifras al compararnos con otros países de Latinoamérica, nos ubicamos por debajo de México, Venezuela, Chile y Paraguay. El caso de Antioquia está sobre diagnosticado con un atraso vial de por lo menos diez años.
Los datos son categóricos para concluir que el departamento de Antioquia urge de las Calzadas de la Montaña y del Túnel de Oriente, pues si consideramos los retos de la globalización y los Tratados de Libre Comercio, necesariamente debemos tener las condiciones óptimas para responder a las exigencias y contexto del mercado.
Ante esta campaña centralista, la unidad de Antioquia debe erigirse en defensa de nuestra región. Los congresistas, las actuales administraciones, entidades públicas y privadas, los gremios productivos y en general todos los antioqueños debemos cerrar filas para conseguir que no se frene la infraestructura vial que tanto requerimos para el progreso y la competencia. Esperamos que los autores de estas determinaciones que nos afectan de manera considerable, valoren con juicio la magnitud y la trascendencia de los proyectos, pues con ellos, Antioquia sale de un atraso vial histórico, lo que garantiza un futuro certero para la conectividad y competitividad de la región.
A mediados de abril se cumplen los 90 días de suspensión de las obras del túnel, en ese tiempo o más, se conocerá si los nuevos estudios en torno al proyecto, le dan vía libre o no a los 8.2 kilómetros correspondientes al llamado segundo piso térmico de la ciudad región, y en dos meses se prevé, el gobierno se pronuncie oficialmente sobre la viabilidad del proyecto Autopistas de la Montaña. Términos que debemos aprovechar para afinar una férrea defensa de nuestra querida Antioquia.