Por: Rodrigo Pareja
En el siglo veinte dentro de los grandes avances que tuvieron las comunicaciones en todos los sentidos, una de las herramientas más utilizadas fueron las siglas, nombres brevísimos que se adoptaban con usar apenas las iniciales de la empresa o institución correspondiente.
Aunque son infinidad las siglas que hay en el mundo, para los colombianos resultan muy familiares tres de ellas, con la coincidencia de que en todas aparece en forma repetida la letra B, la de burro que llamaban en la escuela.
BBVA, para resumir el largo nombre del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria; BBC, para condensar el nombre del mayor consorcio de comunicación del mundo que tiene sede en Londres y cuenta con 23 mil empleados, y en los últimos tiempos una tocaya suya , la BBC del Real Madrid, referida a sus goleadores Bale, Benzemá y Cristiano.
Como en el mundo estamos y en la cuarta dimensión todo es posible según algún guasón, habrá que ir abriéndole espacio y reconocimiento a otra sigla, mucho menos significativa, como lo indica que deberá escribirse a partir de ahora con la otra V, la pequeña, tal vez para ratificar aquello de su menor importancia.
Se trata de la VVT, cuyo significado podría ser, traducido a la más ramplona politiquería, Vuelve el Voto Tamal, radiografía exacta de lo que fue para algunos el esperado pero frustrante foro programado por el uribismo el sábado 6 de febrero para escuchar a sus pre candidatos a la alcaldía de Medellín y la gobernación de Antioquia.
Cuando todos esperaban un certamen extraordinario, llamado según algunos a partir en dos la historia de la política en Antioquia, se encontraron con que esta no ha cambiado un ápice y continúa siendo por obra y gracia de algunos de sus actores – o actoras — una actividad lamentable.
Eso de movilizar en buses cientos de supuestos seguidores para hacer creer que van tras ideas y planteamientos importantes, cuando en realidad lo que se trata es de impresionar al final con una claque amaestrada llevada del cabestro, no corresponde a lo que se esperaba de un movimiento dizque renovador y distinto.
Con toda razón, como gran colofón de esa fallida reunión que en últimas más que satisfacción dejó una inmensa frustración, uno de sus principales participantes, el ex rector de la Universidad de Antioquia, Jaime Restrepo Cuartas, condensó en nueve palabras lo que en realidad ocurrió: “Es un chiste lo que hizo el Centro Democrático”.
Para ser justos con los mencionados foros y sus organizadores, como resultado de ellos sí quedó claro que para bien de Antioquia, la protagonista del bochornoso espectáculo perdió más de lo que ganó con su pretendido masivo respaldo, impuesto a los demás contendores gracias al VVT, ese sufragio envilecido tan de moda en otras regiones.
Este departamento y su capital Medellín hace tiempo vienen demostrando que aquí pesa más el voto de opinión que aquel que se manipula y compra de acuerdo con el mayor o menor poderío económico de los candidatos, y que la época del caciquismo hace rato fue superada.
Ni la alcaldía de Medellín ni la gobernación de Antioquia van a dirimirse el 25 de octubre a base de votos amarrados, y lo que se vió en el pasado foro del Centro Democrático con actuaciones como la comentada, sirvió más que todo para llamar la atención de los ciudadanos y alertarlos sobre la necesidad que hay de condenar y rechazar ese VVT que ya comenzó a mostrarse aquí.
Si en algunos aspectos de la cotidianidad aquello de “todo tiempo pasado fue mejor” puede resultar acertado, en materia política y a estas alturas del nuevo siglo XXI no aplica de ninguna manera, y por eso hay que rechazar las viejas prácticas clientelistas, vengan de donde vinieren.
Así, pues, al voto tamal que algunos o algunas piensan traer de regreso al escenario electoral hay que rechazarlo y enfrentarlo con el voto analizado y consciente.